sábado, 12 de febrero de 2022

A LA CARTA

02/01/2022 

No se trata de ser un héroe, pero una persona decente debería prohibirse ciertas veleidades este nuevo año. Si no se quiere perder la dignidad habría que negarse a prestar atención a los debates tabernarios del Parlamento. Los insultos y réplicas procaces que se intercambian algunos diputados van dirigidos con toda intención a la parte inferior del cuerpo humano donde residen las emociones primarias y los sentimientos más innobles y no hacen sino degradar moralmente al ciudadano corriente, de derechas o de izquierdas. Cuando oigas el rebuzno de algún político exaltado, ponte a salvo, y como antídoto elige, por ejemplo, un poema de Pedro Salinas, lee en voz alta uno de sus versos al azar y verás que las palabras también pueden tener una cadencia áurea, un sonido de manantial. No se trata de ser un héroe, pero este año 2022 una persona decente tampoco debería permitir que la contaminación le cause lesiones irreparables en el cerebro. Esta contaminación tóxica no se deriva del CO₂, sino del veneno informativo que algunos medios y las redes sociales vierten en la atmósfera. Hay que ponerse a salvo de los infames noticieros, de las opiniones que se solventan a gritos en las tertulias, de los bulos que se propagan de forma exponencial y se convierten en un postre indigesto en cualquier sobremesa. Cuando sientas que el aire es irrespirable pon a todo volumen el Aleluya de Händel, aspira profundamente su música y un raudal de alegría y de optimismo te llenará los pulmones y por un momento llegarás a pensar que el mundo, pese a tantos idiotas, sigue siendo maravilloso. Después de todo, lo que uno oye no es muy distinto de lo que come. Una persona decente no debe permitir que otros le impongan el menú de su mierda informativa en el plato. Sin necesidad de ser un héroe uno debe elegir a la carta lo que desea ver, oír, pensar y creer. Feliz año.

TELESCOPIO

09/01/2022

 Se supone que el telescopio James Webb, que acaba de ser lanzado al espacio, después de recorrer un millón y medio de kilómetros, llegará el 24 de enero a su destino que es una zona donde la gravedad del Sol y de la Tierra se va a compensar con la fuerza centrífuga del propio telescopio, de forma que este quedará en un equilibrio gravitacional orbitando alrededor del astro solar. Allí desplegará unos paneles del tamaño de una pista de tenis con los que, según los científicos, se podrá escrutar la formación de las primeras estrellas y galaxias, hace aproximadamente 13.000 millones de años. Más allá está la llamada zona oscura del universo en la que empezaron a crearse los átomos. A través del telescopio James Webb los científicos atravesarán el túnel del tiempo y en ese camino hacia el origen del universo saldrán a su paso millones de galaxias, infinitas estrellas, infinitos planetas habitables, donde la vida tal vez consista, como en la Tierra, en que los seres vivos para sobrevivir se coman unos a otros, pero al llegar a ese cul de sac de la zona oscura no esperan ver sentado en un trono de oro a un barbudo Jehová con un látigo en la mano. La teología solo es ciencia ficción, a menos que los protones, los neutrones y los electrones sean los verdaderos ángeles rebeldes que desafiaron al Creador y liberaron esa luz que desde el fondo de 13.000 millones de años llega a través del sol puntualmente cada día a nuestra ventana e ilumina las flores del jardín y la bandeja del desayuno con el zumo y la tostada. No preguntes por qué y para qué existe este infinito incendio que es el universo. Fija más bien tu atención en esa lagartija que asoma la cabeza por una grieta de la tapia. Ella comparte contigo los átomos que se crearon en la zona oscura hace miles de millones de años y ahora parece muy feliz porque acaba de capturar un mosquito y una larva.

ARISTOCRACIA

16/01/2022 

Un domingo de mayo, en un tiempo ya lejano, fui invitado por un amigo de la alta sociedad al Club Puerta de Hierro, sin duda el más exclusivo de Madrid nutrido por ejemplares de gran alcurnia, banqueros, aristócratas, diplomáticos, con sus crías respectivas. El club está situado en un cerro desde cuya altura privilegiada pude observar que el propio paisaje dividía las distintas clases sociales. En la vaguada a los pies de ese nido bullía el rumor del parque sindical con su desmesurada piscina donde chapoteaban centenares de obreros. Desde la terraza del bar se veía la cuesta de las Perdices atascada de coches de la clase media que se dirigían a la sierra con la suegra, los niños y la tortilla de patatas. Al otro lado de la autopista aparecía el Club de Campo asiento de la burguesía compuesta por ejecutivos, empresarios y profesionales de gran nivel, pero no el suficiente como para alcanzar la cumbre donde yo era un intruso invitado. Aquella mañana en una mesa de la terraza tomaban el aperitivo unas chicas de pátina dorada y hablar gangoso vestidas aun con el equipo de montar. Despedían un ligero perfume a sudor de caballo después de haber cabalgado por los umbrosos sotos del cerro, verde esmeralda. Una de ellas decía: “Los aristócratas servimos de alimento a la gente común para que se esfuerce en ser como nosotros. Esa es nuestra labor social”. Antiguamente la nobleza, la milicia y el clero eran estamentos que se regían por códigos propios del honor y la ejemplaridad y a través de ellos se vinculaban con la sociedad. Tenía razón aquella chica dorada, porque hoy a muchos monarcas, aristócratas y vástagos de las casas reales los medios los han convertido en carne picada para sustento de aquellos que chapoteaban en la piscina del parque sindical o iban por la autopista a la sierra en caravana. Con su honor ahora se hacen hamburguesas de buen tamaño.


PATAS ARRIBA

23/01/2022 

Según la física cuántica una mota de polvo contiene más partículas que estrellas hay en todo el universo. En el mundo subatómico no rige el principio de causalidad ni las leyes de la naturaleza tal como las conocemos. Esas partículas pueden estar en dos sitios distintos a la vez, ir de un lugar a otro sin pasar por en medio, caer hacia arriba y subir hacia abajo. Pese a la increíble velocidad con que se mueven, en los laboratorios de física han conseguido atraparlas con unas pinzas ópticas, manipularlas y jugar con ellas como marionetas. La física cuántica va en busca del cero absoluto y en ese camino hacia la nada puede llegar a un punto en que el tiempo y del espacio se confunden y a partir de ahí ya solo se avanza retrocediendo. Sin duda las conquistas que se realicen en ese mundo subatómico tendrán aplicaciones prácticas, pero cabe preguntarse si la física cuántica se puede aplicar también al alma humana. Juan Ignacio Cirac, director del Instituto Max-Plank de Munich, le dijo un día a su abuela gallega: “Abuela, una misma cosa puede estar en dos lugares distintos a la vez y un gato puede estar al mismo tiempo vivo y muerto”. La abuela sin inmutarse le contestó “Eso que cuentas es muy interesante, cosas más raras he visto yo aquí en Galicia, pero si vas diciendo eso por ahí te meterán en un manicomio”. Si hoy todo es a la vez verdad y mentira, cierto y falso, bueno y malo; si uno se siente a mismo tiempo vivo y muerto, como el gato de Schrödinger; si no existe un valor sólido al que agarrarse mientras alrededor el mundo se desmorona; si ya no hay forma de avanzar sino reculando, esa es la prueba de que la física cuántica ha llegado al fondo de tu alma, que a su vez está y no está. Los científicos pueden capturar las partículas subatómicas y jugar con ellas como marionetas, por eso no debes sorprenderte si te ves un día caminando patas arriba o boca abajo.

lunes, 27 de diciembre de 2021

BATALLA 2021

25/12/2021 (sábado) 

Ha habido batallas famosas que, pese a haber sucedido hace miles de años, somos lo que somos todavía gracias a su victoria. Sin el triunfo de los griegos contra los persas en el Paso de las Termópilas y en Salamina (480 a. de C.) no hubiera existido la filosofía de Platón, ni el derecho romano ni el cristianismo, ni la Divina Comedia, ni Leonardo da Vinci, ni la duda metódica de Descartes, ni Juan Sebastián Bach. Tampoco hablaríamos con este vestigio del latín que es la lengua que usamos. En el fondo toda nuestra la cultura, incluidos los placeres del vino y del jamón, se la debemos al general Temístocles, que derrotó a la escuadra naval del rey Jerjes I en la isla de Salamina, y al general Alcibíades, que acabó con las esperanzas de Darío I en el mar y la campa de Maratón. Algunas batallas con sus victorias y derrotas han significado una encrucijada decisiva en la historia universal hasta el punto de dar entrada a una nueva civilización; así puede haber sucedido también en cada historia personal. ¿Quién no lleva dentro un Paso de las Termopilas, un Waterloo, un desembarco en Normandía, que ha alterado el curso de su vida? Mientras los pájaros cantaban los guerreros se mataban hollando las flores; todas estas batallas que causaron millones de muertos se realizaron en bahías cuyas playas hoy están llenas de hamacas y en llanuras ondulantes donde el trigal se mece con la brisa de primavera. Ahora que termina el apestoso año 2021 es bueno recordar si uno estuvo en la batalla de Salamina, si fue derrotado en Waterloo, si luchó cuerpo a cuerpo contra los nazis en Stalingrado, si participó a bordo de una tanqueta acuática en la toma de la costa de Omaha. Son batallas que, sin saberlo, el ciudadano moderno ha librado a lo largo de este año con un resultado desigual, bien con la victoria inscrita en la frente o bien huyendo con el rabo entre las piernas.


BAJO TIERRA

19/12/2021 

Cuando se escarba un poco en el suelo en cualquier lugar del planeta a veces aparece un cráneo que puede ser de homínido, de primate, de cromañón, de neandertal. O de un compañero de la oficina. A pocos metros bajo tierra yacen todos los sueños de la humanidad en los miles de millones de cráneos que permanecen enterrados desde el inicio de la historia. El laboratorio dictamina su antigüedad, pero lo que diferencia a unos cráneos de otros no es el tiempo que han pasado bajo tierra dormidos sino los sueños que en su día albergaron. Entre todos ellos uno fue el primero en soplar por el hueco de una caña y al comprobar que esa acción producía un sonido placentero siguió soplando sin saber que en esos siete tonos musicales ya estaba incluido todo Mozart. Otro fue el primero en dibujar en la pared de la gruta la imagen de un venado. En los trazos de esa figura ya estaba incluido todo Picasso. Otro fue el primero en agitar las caderas convulsivamente como un millón de años después lo harían Josephine Baker y Elvis Presley o en expresar un delicado sentimiento con los pies y los brazos sin ser todavía Margot Fonteyn. Uno de ellos fue el primero en montar una piedra sobre otra piedra y a su manera ya había comenzado a construir el Partenón. Cualquiera de esos cráneos pudo pertenecer a alguien que fue el primero en balbucir un canto rítmico o en grabar con el dedo un signo en una tablilla de barro. El sueño de la belleza sigue enterrado en cada cráneo a la espera de germinar con una semilla nueva. Ninguna batalla de la historia ni hazaña de los héroes ha dejado rastro sobre la tierra, salvo el caudal de sangre que ha provocado. Solo el arte ha dado sentido a la caótica aventura de la vida y cuando esta se extinga, más allá de la crueldad humana, el sueño de belleza aún seguirá siendo el único motivo para sentirse orgulloso de haber pasado por este perro mundo.

 MEGAFONÍA

12/12/2021

Sobre todos los productos expuestos en los grandes almacenes, sobre todos los manjares que se exhiben en los supermercados de lujo la megafonía cierne estos días de Navidad una música de villancicos cargada de nostalgia. Todas las mercancías adornadas con lazos y guirnaldas quedan maceradas con estas dulces melodías. El perro de Pávlov está al acecho. Al sentir que suena en el aire noche de paz, noche de amor, a la clientela se le ablanda el corazón y con un reflejo condicionado se va directamente a la tienda de jamones; a algunos esa canción les lleva a soñar con angulas o tal vez a conformarse con un simple besugo, aunque a muchos les recuerde también un hambre antigua con las manos llenas de sabañones en los bolsillos. El villancico sube y baja por las escaleras mecánicas de los grandes almacenes, se disemina por todas las secciones, penetra en los probadores, te persigue por todas las plantas, no para anunciarte que el Niño Dios ha nacido sino para recordarte que tu destino en este mundo solo consiste en comprar. Puede que este villancico le traiga a mucha gente la memoria del primer juguete de los Reyes Magos. Los juguetes de la infancia son arquetipos que permanecen dormidos en el cielo de Platón. Allí está aquel caballo de cartón, aquel triciclo, aquella casa de muñecas, el costurero, el rompecabezas, el parchís, la primera bicicleta de tiempos de posguerra. Desde entonces el mercado ha evolucionado, los juguetes han cambiado, pero los villancicos han permanecido inmutables, de modo que el día de mañana los juguetes electrónicos del reino de MediaMarkt también estarán cargados de melancolía y al recordar aquella lejana videoconsola a muchos viejos se les saltarán las lágrimas. El perro de Pávlov está al corriente del corazón humano. Cuando suene Noche de paz, te verás sin saber por qué con una bolsa de grandes almacenes en la mano.