martes, 30 de septiembre de 2008

CRACK IS CRACK

'Crack is crack'
MANUEL VICENT 28/09/2008

La época de la Gran Depresión, que siguió al crack del 29, conserva algunas imágenes evanescentes. Cuando en Norteamérica la codicia estaba a punto de romper el saco, el Gran Gatsby aun se creía inmortal sentado en un descapotable con el traje color manteca. Los invitados a sus fiestas de Long Island eran los que se habían hecho millonarios en un solo día especulando en la Bolsa. Llevaban sombreros el ala blanda y los pantalones con muchos pliegues; sus chicas lucían el talle en mitad de las caderas y collares hasta la cintura. Entraban y salían de la mansión de Gatsby, se bebían su whisky, se bañaban en su piscina, bailan el foxtrot en sus salones y el anfitrión ni siquiera los conocía. Aquellas libélulas de oro creían haber conquistado el derecho a ser felices fluctuando en medio del dinero enloquecido. Maullaba en los garitos la gata Billie, las metralletas de los gángsteres hacían el contrapunto al clarinete de Benny Goodman, pero ¿quién iba a sospechar que el swing estaba presagiando tanta miseria? De pronto reventó la gloria. Algunos invitados a las fiestas de Long Island alquilaron suites en Waldorf Astoria para arrojarse al vacío y junto a su cadáver aplastado en el asfalto del Park Avenue los del carro de la leche ni siquiera volvían la cara. Las colas de los cines para ver al Gordo y el Flaco daban la vuelta a la manzana y eran idénticas en tamaño a las que formaban los parados con un cazo en la mano ante las perolas del Ejército de Salvación. Deme diez centavos, hermano. Glenn Miller grabó su primer disco en 1932 y Dorothy Parker le había escrito la letra: "Quién iba a saber que el amor era esto". ¿Dice usted amor? Para salir de aquel marasmo hubo necesidad de hacer una guerra mundial con 50 millones de muertos. El propio Glenn Miller fue uno de ellos. La Gran Depresión del 29 aún suena a jazz y Scott Fitzgerald nos transmitió su última seducción. Si las réplicas del actual cataclismo financiero acaban por reventar, como entonces, las calderas de la banca y se va todo al infierno, imagina qué clase de seducción tendrá nuestra época mañana si no es la misma codicia de siempre poblada esta vez de catetos del ladrillo y brokers bailando juntos alrededor de las hormigoneras.

domingo, 21 de septiembre de 2008

EL ÁRBITRO

El árbitro
MANUEL VICENT 21/09/2008

El teléfono móvil es un instrumento decisivo para los que han venido a este mundo a mandar, pero es un invento muy cruel si uno ha venido a este mundo a obedecer. La diferencia entre ricos y pobres, según Josep Pla, consiste en que los pobres se pasan la vida escuchando. Este principio se manifiesta hoy de forma muy plástica con la actitud física que adopta una persona ante ese aparato. Hay dos formas de hablar a través del móvil: con la cabeza levantada o con la cabeza inclinada. Es un acto reflejo. El primer caso indica que uno manda y el segundo que uno obedece. A partir de ahora fíjese en este detalle. Cuando suena la musiquilla del móvil la mujer comienza a escarbar muy nerviosa en el fondo del bolso y el hombre se palpa con sobresalto el pantalón y la chaqueta. El grado de descontrol que despierta ese sonido ya es una definición. Algunos se ponen instintivamente en pie. El jefe puede dar órdenes por el móvil a un subalterno a cualquier hora del día, sin que nadie ni nada le detenga. Lo hace hablando con el mentón hacía arriba y la mirada al frente para imponer su criterio. El subalterno deberá estar listo para atender su llamada en medio de un atasco, en la cama durante la siesta o mientras toma una copa en el bar con los amigos. Sin darse cuenta recibe la voz del otro lado con el tronco ligeramente doblado y la vista en el suelo, señal de que acepta lo que se le dice. La aparente rebeldía de llevar el móvil apagado sólo se la pueden permitir los que han venido a este mundo a mandar, no los que han venido a obedecer. Para una cantidad ingente de ciudadanos, que hasta hace poco se creían libres, la musiquilla del móvil les recuerda que siguen estando atados a su esposa o a su marido, a sus padres o a sus hijos, a sus jefes, a sus acreedores y a toda clase de pelmazos, y dependerá en qué lado estés para saber si ese instrumento ha venido a atarte o a liberarte. Pero este no es el caso. Aquí se trata de explicar que la actitud física que se adopta ante el móvil es una expresión de éxito o de fracaso en la vida. Cuando alguien habla de amor o de negocios por el móvil con la frente hacia lo alto, está ganando; si lo hace con el espinazo un poco abatido, es que ya ha perdido. El propio aparato es siempre el árbitro.

lunes, 15 de septiembre de 2008

ROSTROS

Rostros
MANUEL VICENT 14/09/2008

Hay rostros adultos que permiten adivinar al niño, al adolescente y al joven que llevan dentro todavía. El observador los puede imaginar uno debajo del otro, como sucede con las muñecas rusas. Con el tiempo este efecto desaparece. El niño, el adolescente y el joven, que duermen superpuestos en nuestro interior, finalmente se extinguen y durante un periodo más o menos prolongado el rostro adopta una personalidad estática sin que afloren en él las imágenes del pasado. Un día, el efecto de la muñeca rusa vuelve a funcionar, aunque en sentido contrario. En el rostro del adulto comienza a vislumbrarse el viejo que ya lleva en su interior, de modo que es posible imaginarlo con 60, 70, 80 años e incluso dentro de un féretro con las manos atadas con un rosario de cuentas. Este sortilegio no sólo es aplicable a la edad. También atañe a la moral y a la ideología. En el interior de algunas personas instaladas en las altas finanzas se puede divisar todavía el lejano perfil del crío mimado, del chaval repeinado y empollón, del licenciado por Harvard con una borla en la oreja, pero llega un momento en que este vestigio se pierde. De pronto cambia la fase y en la cara de este ser inofensivo se instala la silueta inconfundible del tiburón con tres filas de dientes en el paladar y así permanece por un tiempo hasta que esta figura atroz va tomando lentamente el diseño de un honorable caballero, de un anciano patriarca, de un benefactor de la patria. Por el lado contrario, baja empuñando el mástil de la bandera española, a modo de estaca, un reaccionario desdentado, que en su día fue un rojo muy puro, dispuesto a cambiar el mundo y que hoy arrastra los cadáveres del niño rebelde, del adolescente soñador y del joven inconformista. Nuestra muñeca rusa puede desarrollar también los momentos más bellos del pasado y todos los retos del futuro. La niña de oro, que al madurar obligaba a los hombres a volver la cabeza será una abuela feliz rodeada de nietos; el niño desnudo que pescaba cangrejos en la cala se convertirá en un joven atlético y en un viejo soleado mañana. Dentro está todo, el cobarde que un día mató un león con las manos, el perdedor nato que hizo saltar la banca y el aventurero que nunca salió de casa.

domingo, 7 de septiembre de 2008

ESCLAVOS

Esclavos
MANUEL VICENT 07/09/2008

Para levantar las pirámides fue suficiente un gran geómetra, pero se necesitaron infinitos latigazos. En el año 447 antes de Cristo en la acrópolis de Atenas un paseante se acercó a un picapedrero y le preguntó: "¿Quién eres?". El hombre le contestó: "Soy un esclavo griego que está levantando el Partenón". Toda la filosofía que se elaboró en Grecia no habría sido posible si Sócrates y Platón, después de pasar el día en el ágora parloteando dentro de una sábana, al volver a casa no hubieran encontrado la comida en la mesa. Los romanos veneraban a los dioses lares como protectores de la familia cuyo fuego sagrado ardía de forma perenne en el hogar. Se ha tardado veinte siglos en saber que los dioses lares eran los criados. Cuando éstos desaparecieron la familia quedó desestructurada. Hoy se ha recompuesto en torno al frigorífico. Nunca ha habido imperios sin esclavos. Todos los coliseos, acueductos, calzadas, murallas, castillos y catedrales se elevaron sobre musculaturas humanas sometidas a un ideal. Debajo de una gran epopeya siempre hay una gran ignominia. El imperio español iba directo hacia Dios, pero antes hubo que cazar negros a lazo, llevarlos a América y someterlos a trabajos forzados. Inglaterra era la dueña del mundo mientras en sus minas de carbón en el siglo XIX todavía trabajaban niños 16 horas diarias, lo que permitía a la aristocracia británica fundar todos los deportes y tomar el té rizando el meñique. En Estados Unidos fue abolida la esclavitud por Lincoln en 1862, pero son millones aún las hormigas sin papeles que duermen en sótanos clandestinos de la ciudad sometidas a la servidumbre de alargar la mano y agachar la cabeza. Generalmente se considera que el imperio de Norteamérica, que muerde más de lo que puede tragar, se halla en la fase final de su curva histórica. La civilización que más esclavos tenga será la que asuma el protagonismo del siglo XXI. El espectáculo de la apertura de los Juegos Olímpicos de Pekín fue la demostración ante el mundo de que China está preparada para recoger el testigo. Son 1.300 millones de habitantes, de los cuales la mitad son abejas obreras del Estado. Si la esclavitud, bajo diversas formas, ha hecho la historia, vaya usted tomando nota.