lunes, 28 de enero de 2019

PROMETEO
11/06/2017

Se cuenta de Balzac que en su lecho de muerte, en medio del delirio de la agonía, pidió que llamaran al doctor Bianchon, el médico de ficción de una de sus novelas, porque creía que era el único que podía salvarle. Este remedio está al alcance de cualquiera que posea un poco de imaginación. Cada generación ha generado a sus propios héroes vengadores, terrestres o galácticos con suficientes poderes y agallas para vencer a cualquier enemigo. Los niños de posguerra, hoy sumidos en el miedo y entregados al desencanto, podríamos invocar la ayuda de Roberto Alcázar, del Guerrero del Antifaz, del Hombre Enmascarado, de Juan Centellas y del Capitán Trueno, que conformaron los momentos más felices de nuestra memoria, y que, sin duda, estarían dispuestos a sacarnos del atolladero una vez más. Superman, Batman, Spiderman, Iron Man y Corto Maltés podrían solucionarles todavía cualquier problema a los jóvenes desesperados de hoy. Pero no es necesario acudir a héroes de ficción en medio del delirio, como Balzac, para salvarse de la agonía de cada día. Si uno se explora por dentro puede encontrar a un héroe real, no ficticio, a ese Prometeo que fuiste tú mismo en un momento de la vida. ¿Acaso no eras tú aquel joven que quería cambiar el mundo, el que se jugó el pellejo frente a la dictadura? ¿No eres tú aquel joven ecologista, imbatible, solidario e inconformista? ¿Dónde está el Prometeo encadenado, que no se resignaba ante la injusticia? Hasta el ser más anodino guarda en su interior un gesto de rebeldía. Si la vida te arrastra por el barro del conformismo y te obliga a tragar con toda clase de ruedas de molino pide ayuda a ese héroe lleno de orgullo que fuiste tú mismo un día para que acuda a socorrerte ante cualquier caída.
IMPOSTORES
02/04/2017

Si en una partida de póquer, a la media hora de juego, no te has dado cuenta de quién es el tonto que va a perder, es que ese tonto eres tú. Esta podría ser una versión golfa del famoso test de Alan Turing, el pionero de la computación y de la inteligencia artificial, quien propuso una fórmula para descubrir desde el primer momento a los impostores y tramposos que pueden robarte la cartera. La prueba consiste en ponerte frente a un ser humano y a un computador, ambos ocultos a tus ojos, con el reto de averiguar su identidad según las respuestas que recibas de ellos a una serie de tus preguntas. Si la máquina consigue durante los primeros cinco minutos engañarte, la posibilidad de que logres identificarlos en adelante será prácticamente nula. El test de Alan Turing se puede aplicar a la vida cotidiana, a la política, al amor, a los negocios. Si te encuentras ante dos personas reales que te tientan con una proposición o promesa y la duda no te permite descubrir en los primeros cinco minutos cuál de ellas te está mintiendo, la posibilidad de que te siga engañando y quedes atrapado en su impostura es prácticamente segura. Esos primeros cinco minutos son de oro, pero muy poca gente los usa para salvarse. Cinco minutos bastan para desenmascarar, antes de que te embauque, a ese político corrupto que se disfraza de patriota cuyas promesas son solo flato, para descubrir al socio o al amigo que te va a traicionar, para imaginar que esa chica tan dulce acabará siendo tu ruina o que ese enamorado tan formal y cariñoso es en el fondo un machista, para no sorprenderte de que ese vecino que te saludaba tan educado en el portal ha resultado ser un asesino. Tres preguntas bastan para saber quién es el tonto en cada partida, siempre que el tonto no lo seas tú por no haber usado solo cinco minutos en averiguarlo.
REPÚBLICA
09/04/2017

Este año la República caerá en Viernes Santo. Será un 14 de abril coronado de espinas, azotado por los sayones, paseado entre vírgenes llorosas con el corazón traspasado por siete puñales bajo el sonido de tambores y trompetas de una cohorte de centuriones, guardias civiles y legionarios que llevarán el mosquetón a la funerala. En mitad de la noche alguien lanzará desde un balcón una saeta hacia cualquier Cristo muy llagado que esté doblando la esquina en una peana con muchos faroles y aunque el color morado de algunos hábitos y capirotes de nazarenos será similar al de la bandera republicana, más allá del olor a cera y sebo de los hachones de las tétricas procesiones de Semana Santa seguirán floreciendo las acacias, germinará el trigo, habrá espliego en las montañas y el deshielo creará arroyos entre las breñas soleadas mientras el mar honrará los primeros cuerpos desnudos en las playas del Mediterráneo. La República morirá el Vienes Santo pero muchos esperarán que resucite también al tercer día como lo hacen muchas veces los mejores sueños. Son ya escasos los españoles que vivieron aquella convulsa etapa de nuestra historia. Unos la recuerdan como la puerta que abrió todas las pasiones causantes de la Guerra Civil; para otros será siempre como aquel amor que pudo ser y no fue, el principio de la regeneración, la semilla de la justicia y libertad que no pudo fructificar porque fue aplastada de antemano. De hecho la división de España en dos bandos irreconciliables está instalada todavía en la actitud de amor u odio que se tiene frente a la república. Pero hoy ser republicano consiste, no tanto en luchar por ese régimen, como en elevarlo a una categoría de reserva natural que sirva para purificar la vida pública. Todo consiste en elegir el morado del espliego frente al de los nazarenos encapuchados.
DE LA TUMBA
16/04/2017

Realmente la Transición no terminará mientras los huesos de Franco y los de José Antonio permanezcan en ese panteón faraónico, pretencioso y macabro del Valle de los Caídos. Un chiste anodino pronunciado en un programa de televisión sobre la enorme cruz hortera de Cuelgamuros ha levantado una estúpida polvareda en los medios y ha movido los posos de la justicia, lo que demuestra que ese monumento funerario, aunque lleno de goteras, está cargado todavía de una energía maléfica y sigue siendo el símbolo de la división ideológica de los españoles. Gran parte de la derecha lo tiene como recuerdo sagrado; la izquierda lo odia profundamente por su cruel significado de la tragedia colectiva de la Guerra Civil y las nuevas generaciones, que no conocieron al tirano ni saben cómo se las gastaba, comienzan a tomarlo como objeto de chanza y escarnio solo porque mola jugar a zaherirlo y a este paso acabará convertido en una putrefacta ruina histórica a merced de todas las bestialidades propias del estercolero de las redes sociales. Los socialistas durante sus Gobiernos con mayoría absoluta no tuvieron el coraje de levantar los huesos del dictador para entregarlos a la familia, pero ese deber corresponde cumplirlo a la derecha porque solo así las heridas de la guerra quedarían en verdad cicatrizadas. El dictador tiene bien merecida una sepultura privada, esta vez realmente cristiana, para que duerma el eterno olvido lejos de esa cruz que no es sino una proyección de su impotencia, una forma ostentosa del complejo de castración, según algunos psicoanalistas. Hoy es la fiesta de la resurrección. La primera lección que uno debe aprender de este día es a salir del propio sepulcro, aunque cada uno resucita como puede. Algunos lo hacen discretamente de madrugada sin que se entere nadie. Así debería sacar la derecha a Franco de la tumba.
¡AGUA VA!
23/04/2017

El 17 de julio de 1834, bajo el calor escalfado del verano se expandía una epidemia de cólera en Madrid. De pronto se corrió la voz de que las muertes se debían a los clérigos que habían envenenado el agua de las fuentes públicas, y el pueblo asaltó conventos e iglesias y en solo 12 horas mató a 73 curas y frailes a garrotazos y puñaladas. Lo escribe Galdós. Acababa de morir Fernando VII, el felón, y España rota en banderías se preparaba para la matanza general de la primera guerra carlista. Por los salones de Madrid se paseaba entonces un joven de patillas románticas, que ha pasado por ser el creador del periodismo moderno, Mariano José de Larra, quien después de denunciar, criticar y zaherir en vano los vicios de la política acabó pegándose un tiro. Todo el año es carnaval, escribió Larra, espejo de inconformismo e independencia, en el que siempre desde entonces han tratado de reflejarse los mejores periodistas. Hoy, aquel carnaval perdura bajo distintas formas. Las fuentes de Madrid no han sido envenenadas por los clérigos, pero el agua del Canal de Isabel II, que beben y con la que se lavan la cara los madrileños, se ha convertido en un fétido albañal político. En España no hay cólera, pero hay cabreo, una epidemia más expansiva. El carnaval de Larra continúa, y si bien el pueblo no se levanta airado a matar curas, que nada tienen que ver en el asunto, sigue votando una y otra vez a gobernantes corruptos con una entrega de borregos. En la Comunidad de Madrid se ha dado un hecho milagroso: se trataba de un prostíbulo en el que la única virgen era el ama. El agua del canal baja muy turbia y muchos ciudadanos, como Pilatos, con ella se lavan las manos, pero nada podrá salvarnos de esta epidemia si a través de las urnas no echamos del Gobierno a esta gente a patadas, sin tener que pegarnos un tiro como Larra.
MOSQUITOS
30/04/2017

Como mosquitos, que alegres y confiados desafían a la araña, nos intercambiamos secretos por SMS, e-mails, WhatsApp, Twitter, Facebook, blogs e Instagram con la creencia de que ese caudal de imágenes y palabras, algunas calientes y comprometidas, la mayoría estúpidas o banales, sale de estos dispositivos electrónicos y se posa aleatoriamente en una nube donde permanece preservado a nuestra exclusiva disposición. De forma ingenua la gente cree que nuestros secretos, confidencias, pensamientos y opiniones están a salvo en ese trastero celestial, puro e incontaminado, cuando en realidad esa nube es una gigantesca computadora situada bajo tierra donde la humanidad a modo de enjambre de alegres y confiados mosquitos se encuentra cada día más atrapada. En ella se almacenan todos los mensajes que emitimos con nuestros cacharros digitales y que las grandes empresas de comunicación, el poder y la policía utilizan a su conveniencia. Los secretos de nuestra vida están secuestrados y disponibles en esa telaraña, puesto que el acuerdo de confidencialidad es pura falacia. Se trata de un robo y a la vez de una amenaza en toda regla. Imagínense que en vez de bits se almacenaran en un gran depósito general nuestras cartas y documentos escritos. Habría que ser idiotas para creer que estarían allí bien guardados sin que nadie los leyera, los utilizara o revendiera. Las redes sociales se han convertido en verdaderas redes físicas, similares a las de las arañas más peligrosas que atrapan nuestros pensamientos para convertirnos en víctimas de algún depredador. Pero existe algo peor. Si dentro de mil años esa nube digital desapareciera por un cambio climático o la gran computadora universal fuera bombardeada, la humanidad sin memoria tendría que volver al neolítico, comenzar por la pintura rupestre e inventar al final el papel y el lápiz.
MÁS SANGRE
07/05/2017

Habría que saber el número exacto de reses bravas que se sacrifican en España cada año ante el general jolgorio lleno de gritos, aplausos, denuestos, vítores y regüeldos de los aficionados a la fiesta nacional. Según cálculos tomados al aire, la cantidad oscila alrededor de 50.000 toros corridos o sacrificados públicamente en plazas y en festejos populares. Si por cada res muerta, que se llevan las mulillas al desolladero, se añade una media de tres puyazos, tres pares de banderillas, tres estocadas, cuatro pinchazos en hueso y otros tantos descabellos, acompañados de los vómitos correspondientes producto de degüello, la suma alcanza más de un millón de cuchilladas. El inconsciente colectivo de este país está sumergido en la charca de sangre que se deriva de esta gran carnicería festiva, y que a su vez convierte su violencia orquestada con las consabidas charangas en una costumbre cotidiana. La corrida ha perdido toda su estética. Bien en los cosos taurinos, cada año más deshabitados, bien en su versión pueblerina en plazas de carros, con encierros, toros de fuego o ensogados, donde los morlacos destripan cada verano a no menos de una docena de borrachos, a esta fiesta nacional ya no hay poeta, crítico o aficionado que la salve, ni siquiera invocando al buey Apis. Desde hace más de 30 años, por primavera, cuando empieza la feria de San Isidro, sin faltar nunca a la cita, he escrito un artículo antitaurino en este mismo periódico. Por primera y única vez voy a permitirme el impudor de escribir sobre mi trabajo. Con El Roto, quien aporta una serie de dibujos con los que denuncia magistralmente esta matanza ritual, juntos hemos publicado una nueva Antitauromaquia,a modo de alegato contra la fiesta nacional. Ciertamente, no esperamos nada con este libro, salvo librarnos de este charco de sangre.
MENORCA
14/05/2017

Caterina Cardona, la abuela de Albert Camus, era natural de Sant Lluís, un pueblo de Menorca, de donde a finales del siglo XIX emigró a Argelia. Un grupo de filósofos, literatos y periodistas llegados de los países del entorno mediterráneo se han reunido en ese pueblo para celebrar que este escritor siga cada día más vivo en nuestra cultura. Mientras algunos catedráticos y expertos comentaristas durante el encuentro hablaban de compromiso político, también se podía pensar que la filosofía, la moral y la estética de Camus se hallaban muy cerca al alcance de cualquiera en esa isla. En Mahón el mercado central de frutas, verduras, carnes y embutidos se aloja en el mismo claustro del convento del Carmen, en cuyo patio, entre bares y puestos de flores, se celebran conciertos, funciones de teatro y exposiciones de arte. En la planta superior de ese mercado central están las aulas de la Universidad de Verano y junto a la iglesia del Carmen se hallan las pescaderías. Nada más lúcido y humano que las humanidades formen parte de un mercado de alimentos terrestres rodeado de gritos. Nada tan mediterráneo y camusiano como que la ciencia y el arte se reflejen en los vientres plateados de las sardinas. Albert Camus significa la moral sin culpa y la inocencia sin Dios. Basta con acercarse a Cales Coves para sentir que esta doble pulsión se manifiesta allí como una enseñanza mineral. En esas calas, bajo las cuevas funerarias prehistóricas abiertas en las paredes del acantilado, entre las breñas escarpadas que se reflejan en un mar de cobalto, algunos cuerpos jóvenes desnudos adoptan las rocas como divanes para ofrecer su carne a la redención solar. En el mercado de carne, frutas y verduras, en la lonja del pescado, en esas calas nupciales es donde la filosofía de Camus siempre se reinicia.
SALTEADORES
21/05/2017

Como su nombre no indica, la Guardia Civil es un cuerpo militar, creado por el duque de Ahumada en 1844 para preservar la seguridad de los caminos y combatir el bandolerismo, que en mitad del siglo XIX infestaba el territorio nacional. Desde su fundación hasta hoy, la Guardia Civil se ha adaptado con proverbial lealtad a todos los regímenes establecidos, incluida la II República durante la guerra, y esta fidelidad ha hecho que fuera utilizada en muchas ocasiones para aplastar con extremada dureza cualquier brote de rebeldía frente al poder constituido. El miedo a la Guardia Civil está inscrito como un sello indeleble en el inconsciente de los españoles. Estuvieras dentro o fuera de la ley, vislumbrar de lejos en los caminos rurales de España las siluetas de una pareja con tricornio, capote y naranjero fue durante mucho tiempo siempre un mal trago. Puede que la derecha, gente de orden, la amara, pero muchos españoles de izquierdas la odiaban por llevarla asociada a episodios de nuestra historia más negra, hasta el día en que este odio o temor comenzó a ser atemperado por el respeto que inspiraban sus motoristas en la carretera o su ejemplo en operaciones de salvamento en las que arriesgaban sus vidas. Ante cualquier desorden siempre hay alguien que exclama: ¡Esto solo lo arregla la Guardia Civil! En eso estamos. La corrupción es hoy tan asfixiante como lo fue la plaga del viejo bandolerismo del siglo XIX. Los políticos corruptos asaltan las instituciones como antiguamente los bandidos asaltaban las diligencias en los caminos, y parece que de ellos ya solo puede librarnos de nuevo esta Guardia Civil del UCO, altamente tecnificada. Ahí la tienes sacando mierda a destajo todos los días para llevarla a los jueces en una operación de salvamento nacional. Si la derecha también ha comenzado a temer a la Guardia Civil, se acabó la fiesta.
DIVORCIO
28/05/2017

Cuando una pareja de mutuo acuerdo decide divorciarse, expone ante el juez los motivos reales o ficticios de su litigio y en menos de una hora el problema queda resuelto. Si previamente la cuestión de los hijos ha quedado clara, el divorcio es lo más parecido a una declaración de independencia y a la salida del juzgado la pareja se toma unas cañas en el bar de la esquina para celebrar su liberación. Pero si una de las partes no desea la separación y la otra se empeña en conseguirla a cualquier precio, en este caso la ruptura se convierte en un terrible fregado, que a veces desemboca en una violencia extrema. Este divorcio a contradiós, por las buenas o por las malas, que los independentistas catalanes pretenden alcanzar del resto de España se halla en la fase de los eufemismos dialécticos, democracia, referéndum, derecho a decidir, desafío, desconexión, choque de trenes, golpe de Estado, de los que se sirven los políticos y comentaristas para eludir o enmascarar un horizonte tenebroso, puesto que por las malas la independencia de Cataluña solo se puede conseguir mediante una revolución o una guerra civil, dos vocablos obscenos que nadie se atreve a pronunciar. Pero un choque de trenes tampoco es cualquier cosa. Se trata de una verdadera catástrofe que provoca muchos muertos y uno se admira de la frivolidad suicida con que de una parte y otra se barajan estos conceptos en busca de una imposible salida como si el problema de Cataluña fuera de una cuestión escolástica, que pudiera solventarse con declaraciones de los políticos y con sentencias judiciales. Entre Cataluña y el resto de España hay un tejido histórico formado a través de los siglos con millones de nudos económicos, sociales, culturales y sentimentales. Rasgar a la brava ese tejido solo puede desembocar en la violencia o en la frustración y la melancolía.
ACRACIA 
18/06/2017
Se podría vivir sin políticos, pero no sin médicos; se podría vivir sin militares, pero no sin maestros; se podría vivir sin jueces y policías, pero no sin científicos; se podría vivir sin sacerdotes, pero no sin labradores. No obstante, en este reino de la acracia feliz solo algunos políticos, jueces y policías urbanos podrían seguir contribuyendo a la felicidad colectiva siempre que lograran superar la prueba de la Vibradora Universal cuya ejecución consiste en que, sometida cualquier obra, conducta, profesión, ideología o creencia de las personas a una poderosa vibración, todo lo que cae es lo que les sobra. Menos es más. Este principio minimalista que el arquitecto Mies van der Rohe inoculaba en sus edificios se puede aplicar a cualquier aspecto de la sociedad. Si durante el debate sobre el estado de la nación se sometiera el Congreso de los Diputados a la Ley de la Vibradora Universal, ¿qué político quedaría en pie que fuera digno de hablar desde la tribuna? Si esta poderosa vibración se aplicara a lo estúpido y superfluo que uno oye y lee cada día en los medios, ¿cuántas palabras se mantendrían limpias y necesarias desafiando la belleza del silencio? Si la ideología de derechas o de izquierdas fuera sometida a la Vibradora Universal, sin duda, el ciudadano quedaría exento de fanatismo, sectarismo y estupidez, dispuesto a votar a un líder inteligente y honesto sin más adherencias. También serían innumerables los cascotes que se desprenderían de la iglesia, de la universidad y del mundo del arte. Al final de este seísmo estético la sociedad habría quedado compuesta solo de médicos, maestros, investigadores, guardabosques y sembradores de cereal, asistida por unos pocos guardias de tráfico, que hubieran salido indemnes de la descarga de la Vibradora Universal para formar parte del reino moral de la acracia.
MOLUSCOS
02/06/2017

Hablemos una vez más de política nacional. Las ostras son moluscos bivalvos que filtran más de mil litros de agua al día. Otro tanto sucede con los mejillones cultivados en las bateas. Estos moluscos encerrados cada uno en su propio caparazón están unidos por la misma corriente marina que atraviesa sus cuerpos y deja en ellos el plancton microscópico con que se alimentan. A menudo sucede que por sus entrañas discurre agua contaminada, y en este caso, si no es correctamente filtrada, quien consuma estas ostras y mejillones se expone a una grave intoxicación. Filtrar o no filtrar, he aquí una propiedad de los moluscos y de algunos políticos nacionales. Cabe preguntarse si el Gobierno del PP no será como un conjunto de ostras que sobrevive en medio de una gran cantidad de agua contaminada y es incapaz de expulsar las toxinas. Pasa lo mismo con los ciudadanos. Ya se sabe que este país, que se mueve entre el pesimismo histórico y el triunfalismo desaforado, está lleno de magníficas individualidades en el campo de la ciencia, de la medicina, del arte internacional, del deporte de élite, de las empresas constructoras y, por otra parte, la mayoría de sus ciudadanos corrientes constituyen un ejemplo de solidaridad, de alegría de vivir y de resistencia ante la adversidad. Pero sucede que tan nobles ciudadanos se ven obligados a tragarse una enorme cantidad de toxinas, que a cada hora generan los medios de comunicación. Si los casos de corrupción atraviesan día y noche sin parar, como una corriente fétida, el cuerpo social, ¿no seremos los ciudadanos anónimos como los mejillones colgados de las bateas, incapaces de filtrar tanta basura política, y nos hemos quedado sin capacidad de respuesta, humildes mejillones intoxicados siempre dispuestos a consumir, pese a todo, una y otra vez las mismas ostras podridas?
TODO LLENO
09/07/2017

La rebelión de las masas no está llamada a tomar el poder político, sino a ocupar todo el espacio físico. La masa es una especie de corriente de lava humana que te persigue con el solo propósito de engullirte y aniquilarte. Esa y no otra es la revolución social a la que estamos abocados. Adonde quiera que vayas, estadios, aeropuertos, estaciones, andenes, museos, conciertos, centros comerciales, mítines, fiestas, concentraciones civiles y religiosas, la masa impone su ley, que se rige por el cerebro de las emociones; de hecho, la grada rebosante de un campo de fútbol tiene la psicología de un niño de ocho años. La importancia de un espectáculo es proporcional a la cantidad de masa que convoca y a la vez su éxito se mide por las toneladas de basura que genera. Al día siguiente de un acontecimiento se te hace saber el número ingente de camiones y operarios de la limpieza que han sido necesarios para dejar limpio el espacio, ya se trate de un concierto de rock o de una concentración papal. Adonde quiera que vayas la masa ya ha llegado antes. ¿Acaso no es como el tuyo ese cuerpo que se aglomera frente a la Gioconda del Louvre, o que empana como un escalope humano el puente de Rialto? La masa adquiere hoy la forma de turismo. Se trata de un sexto continente compuesto de 1.000 millones de seres unívocos en perpetuo movimiento, que se ha convertido en una peste planetaria, ya que a su paso devora ciudades, monumentos, templos, palacios y jardines. El único destino de la masa es el consumo, vestir, comer, beber, bailar, ver, oír y decir lo mismo. Tampoco en casa estás a salvo. Esa sensación de lleno asfixiante que produce la masa la generan también las redes sociales que penetran a través de las paredes para hacerte saber que eso que piensas y escribes ya lo han pensado y escrito millones de personas antes.
POR SAN JUAN
25/06/2017

Bañarse desnudo en el mar la Noche de San Juan, asar sardinas en la playa, prender hogueras festivas y recordar cuando de niño saltabas a través de las llamas, enviar un deseo a las estrellas y esperar que la respuesta inmediata y voluptuosa se diluya en el licor de la copa que bebes en compañía de unos amigos, oír risas y canciones en la oscuridad que te llevan a la infancia, saber que muchas parejas están haciendo el amor en el agua, contemplar tumbado en la arena el universo y perder la memoria, no desear nada, no esperar nada, pero sentirte bien, son ritos que muchos habrán cumplido la Noche de San Juan. Tienes derecho a un momento de felicidad, pese a que en ese Mediterráneo en el que te bañas flotan también miles de muertos ahogados, y esas alegres fogatas con olor a sardina asada con que se honra a los dioses antiguos son también incendios que ahora mismo están devorando los bosques, y esos gemidos de amor que producen los jóvenes enamorados no van a impedir que en ese mismo mar el manantial de sangre prosiga manando. Detrás de la belleza de las constelaciones, cuya armonía pitagórica te subyuga con su álgebra, existe un agujero negro como el que te engulle a menudo en los días aciagos, pero aunque solo sea por una noche nos hemos permitido el placer de imaginarnos limpios, tributarios de los dioses paganos, inundados por unas olas oscuras que en el futuro serán siempre azules y soleadas. Pudimos soñar que esa noche habíamos encontrado el trébol de cuatro hojas, un país sin corruptos en la política, sin caimanes en las finanzas, libre de la peste del terror y de la fiebre informática. Fiestas de verano, revuelta de hormonas adolescentes que desafía la furia del oleaje contra las rocas, esperanza de agarrarse al rabo del último cometa que pasa, viejos que sueñan amores pretéritos bajo los sombreros de paja.
DIALÉCTICA
16/07/2017

Según el sociólogo Bauman vivimos en un mundo de certezas líquidas, volátiles, ambiguas y contradictorias, compuestas de hechos alternativos, sin valores sólidos. Puede que esta incertidumbre básica tenga su explicación en la física moderna. Cualquier palabra hablada o escrita se materializa bien en ondas sonoras, bien en pulsiones de los dedos sobre un papel o en un teclado. En cualquiera de estos casos la palabra se convierte en materia y por lo tanto está compuesta por partículas subatómicas regidas por un principio de la física cuántica, según el cual una cosa puede estar en dos lugares distintos a la vez, caer hacia arriba o subir hacia abajo. Si esto es así las partículas de una palabra que transportan una verdad contienen sus propias antipartículas, que pueden trasportar también una mentira o esa manipulación emotiva que hoy se llama posverdad. Se trata de realidades contrarias, ambas válidas y equivalentes, que coexisten y adquieren un significado u otro según el lugar en que se observan. Si se aplica esta ley cuántica al lenguaje, se entra en un universo filosófico mucho más inconsistente, volátil, incierto y ambiguo que el mundo líquido de Bauman. Una palabra y su contraria tienen el mismo fundamento y toda la filosofía, desde Aristóteles hasta Wittgenstein, queda sin el apoyo ético que rige nuestra vida. La verdad y la posverdad, la bondad y la maldad son equivalentes en distintos y cambiantes estados. Solo el lenguaje, por sí mismo, con sus términos contradictorios, tiene valor. Probablemente esto ha ocurrido durante los 200.000 años de historia del Homo sapiens, pero ahora en que el pensamiento se ha convertido en un ente líquido y la nueva física nos gobierna de forma inexorable es cuando los mentirosos y propagadores de patrañas se hacen equivalentes a los ángeles de la ética y de la verdad reconocidas.
NO LO DUDES
27/01/2019

Si buscas la verdad y quieres salir de dudas, existe un remedio infalible. Cómprate una pistola y realiza prácticas de tiro. Cuando aciertes en el blanco, que es tu propio seso, habrás alcanzado la verdad con absoluta certeza. Existe otra solución menos dramática para demostrar que estás en posesión de la verdad: pon cara de asno cabreado, expresa tu razón con una frase corta muy ruda y úsala como arma con la mirada puesta en las estrellas. En el Discurso del método, el filósofo Descartes, afirma que al pensamiento se llega a través de la duda metódica. Dudar equivale a pensar. Y a la vez el pensamiento es la única prueba de que uno existe en realidad. Pienso, luego existo. Pero este discurso es pura falacia, porque hoy si dudas estás muerto, ya que en la opinión pública ahora mandan los fulanos que están siempre en lo cierto. El pensamiento dubitativo te lleva a emitir juicios llenos de matices, lo que te convierte en un ser moderado, equidistante y contradictorio, muy sospechoso. Ya me contarás adónde vas con esa mochila si te dedicas a la política o eres un líder de opinión. Cualquier juicio ponderado que emitas provocará insultos y desprecio como si fueras un débil mental o tonto de baba. Pese a que la duda lleva el oxígeno de la sangre hasta ese bulbo recóndito del cerebro donde reside la doble cara de la verdad, no te servirá de nada. Deberás hacer un esfuerzo sobrehumano para defender tus dudas como el último reducto de la inteligencia. En cambio, la certeza es señal de que la fe cargada de emoción ha producido una obstrucción en algún punto del fluido del pensamiento, lo que obliga a gritar desaforadamente para que la yugular siga bombeando sangre al cerebro antes de que reviente como una palpitante babosa. Solo los muy débiles están seguros de todo, porque hay que ser muy fuertes para no estar seguros de nada.

sábado, 26 de enero de 2019

FRIVOLIDAD
23/07/2017

Parece que a gran parte del público el proceso soberanista de Cataluña le tiene sin cuidado. Harta de análisis políticos, de informes jurídicos, de amenazas veladas y de abiertos desplantes, la gente no cree que la independencia suponga un problema político de extrema gravedad o un drama social de consecuencias desgarradoras o una convulsión territorial de efectos devastadores en la economía. En realidad contempla el caso como un espectáculo competitivo entre un presidente del Gobierno cazurro y un grupo de fanáticos soberanistas cuyo resultado azaroso no desmerece de cualquier final retransmitida por televisión, al que los espectadores asisten provistos de cervezas y bolsas de patatas. El número bomba es el referéndum que se anuncia para el 1 del próximo octubre planteado como un desafío al Estado. A medida que se acerca el día señalado para el choque de trenes, el público solo piensa en tomar asiento con creciente expectación. Ahí es nada, dos convoyes que circulan por la misma vía en sentido contrario, uno pilotado por un conductor enloquecido, otro gobernado por un maquinista repantigado con absoluta pachorra en el coche cama. Mientras unos auguran una gran catástrofe y otros piensan que no va a pasar nada, los más frívolos solo desean que el espectáculo sea excitante, que no decepcione a cuantos espectadores intentan asistir a una escena política al borde del acantilado, puesto que el riesgo y el suspense es lo único que cuenta en esta cuestión. Los independentistas catalanes parecen olvidar la lección de Hobbes: el Estado es el Leviatán, un monstruo que destruye con su aliento a quien intenta desafiarle, consciente de que si pierde el desafío desaparecerá como Estado. Pero esto ya no le importa a nadie. El público cruza sus apuestas y toca palmas de tango deseando que empiece de una vez el espectáculo.
VERANO DEL 2017
30/07/2017

Tal vez dentro de muchos años para unos niños que ahora juegan en el jardín de la casa junto al mar este verano de 2017 será recordado como el de aquellas vacaciones en que unas golondrinas habían hecho su nido en una viga de la terraza. Llegaron en abril, la hembra eligió un macho de su gusto para aparearse y juntos comenzaron a pegar con el pico pequeñas cargas de barro y terminada la obra, ella puso cinco huevos blancos con motas negras y los dos por turno los incubaron. Esta era su segunda nidada. Hubo que apartar algunos sillones y poner un periódico abierto en el suelo. ¿Qué pasaba en el mundo mientras tanto? Pequeños excrementos de golondrina caían sobre una página en la que se podía leer: bombardeo en Alepo, un suicida causa otra carnicería en Irak. A las tres semanas asomaron por el filo del nido cinco polluelos con la boca siempre abierta que los padres trataban de saciar con al menos 300 viajes al día trayendo insectos que cazaban en el aire. A uno de los polluelos, al más débil, en la pelea feroz por la comida lo expulsaron del nido sus hermanos. Una mañana apareció muerto sobre el titular del periódico que daba el naufragio de otra patera con un centenar de inmigrantes ahogados en el mar de Alborán. Los niños lo enterraron con lágrimas bajo el limonero, pero la lucha fratricida por la vida continuaba. Días después otro polluelo cayó del nido y expiró sobre la noticia de una matanza en Afganistán y en el jardín hubo otro entierro. Los tres hermanos más fuertes crecieron, un día abandonaron el hogar, los padres los siguieron alimentando posados en un hilo; los enseñaron a volar, a cazar y cuando aprendieron la lección, desaparecieron. Dentro de muchos años de estas vacaciones los niños no recordarán otro acontecimiento; será aquel verano de 2017 en que enterraron dos polluelos de golondrina bajo el limonero.
TRAVESÍA
03/09/2017

Al final del verano, de vuelta a casa, empiezas a navegar el nuevo curso a merced de las fuerzas oscuras que te acechan en un mar lleno de peligros. Hay que estar bien pertrechado. Para llegar sano y salvo a un puerto abrigado después de sortear todos los escollos de esta dura travesía, no hay barco más seguro que el primer barco de papel que fabricamos cuando éramos niños con una hoja del cuaderno escolar donde habíamos escrito nuestros sueños más puros. Después de doblar el papel varias veces de una forma determinada, abrías el pliegue y de pronto aparecía entre los dedos un maravilloso velero. Con un leve impulso lo botabas en una orilla de la alberca y comenzaba a navegar el agua estancada bajo el vuelo de libélulas verdes y amarillas. Podía ser un barco pirata, fantasma, mercante o de guerra. Pese a que la alberca albergaba algunos sapos, el barco siempre conseguía llevar a la otra orilla nuestros sueños incontaminados. Era un barco que nunca naufragaba. Vivimos ahora tiempos de azar, entre la violencia y la banalidad. No sabes quién te vigila, quién te controla, quién decide por ti, pero eres consciente de que alguien puede apretar el botón que te hará saltar por los aires. Ya no existen maestros a los que seguir ni valores sólidos a los que agarrarse y puesto que vale todo pero nada es firme, en esta travesía confusa la salvación es ya una cuestión fiada a la imaginación de cada navegante. Un prisionero condenado a cadena perpetua descubrió la única forma de escapar: pintó una ventana abierta de par en par con un horizonte azul en la pared de la mazmorra y a través de ella conquistó la libertad. Aquel velero de papel que construiste con una hoja del cuaderno escolar para cargar en él los primeros sueños, hoy puede convertirse en un barco de salvamento si aquellos sueños, que transportaba, no han sido traicionados.
EN EL CENTRO
01/10/2017

Los postulados de Euclides, padre de la geometría, se siguen estudiando en las universidades después de 2.300 años de historia, y sus elementos de rectas, segmentos y equidistancias son aplicados hoy por ingenieros y arquitectos de forma inalterable a su trabajo. Según Euclides, la equidistancia es una relación fija en la mitad justa entre dos puntos extremos de un segmento. Este postulado que en geometría es la consecuencia de una creación elegante y sutil de la mente, en cambio en la política y en muchos comportamientos sociales es un término sumamente denostado porque se considera una representación tibia, débil y cobarde entre los dos extremos del segmento de ideas. Este desprecio viene de lejos. Ya en el Apocalipsis dice Yahvé: “Y así, puesto que eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca”. Ser equidistante entre la izquierda y la derecha, el independentismo y la unidad de la patria, el capitalismo y el comunismo, la libertad de expresión y su control, es sinónimo de blandenguería, de falta de compromiso y decisión, pese a que en realidad es todo lo contrario. Si la equidistancia geométrica en arquitectura permite que la clave del arco absorba y distribuya las fuerzas de modo que las casas y los puentes no se caigan, aplicada al humanismo consigue que toda nuestra sociedad se mantenga en un sutil pero firme equilibrio desde que dejamos atrás a nuestros abuelos primates. Hay que tener mucha fortaleza interior para ser un equidistante. Esta dura conquista del espíritu se ve hoy muy escarnecida, pero de la equidistancia deriva la moderación, el rechazo instintivo a cualquier verdad absoluta e incluso el sentido del humor. Deja que los servidores fanáticos de Yahvé, de uno y otro extremo, te insulten. La equidistancia te hará escéptico y amable; es el eje de acero esencial para que no te derrumbes por dentro.
ESTRELLAS
08/10/2017

Si los peregrinos jacobeos medievales hubieran sabido que la Vía Láctea o Camino de Santiago lejos de señalar una ruta mágica hacia el fin de la tierra, realmente tenía la forma helicoidal, como de un platillo volante giratorio, nunca habrían acometido ese viaje iniciático ante el temor al vértigo y a la desorientación. Si aun hoy los peregrinos europeos que atraviesan Roncesvalles o los ibéricos que transitan por la Ruta de la Plata o el Camino Portugués supieran que la Vía Láctea pudiera ya no existir en la realidad, tal vez no se moverían de casa. De hecho, pese a que la seguimos contemplando con emoción en las noches claras puede que la Vía Láctea se haya extinguido hace muchos años, el tiempo en que su luz ha tardado en llegar a la Tierra aun cuando su combustible se haya agotado y esa parte del universo esté ya a oscuras. Esa es la posible ficción cósmica en que vivimos. Si la Vía Láctea puede que ya no exista y todas las luces que observamos en el cielo de noche son ilusorias, ¿qué pasa con esa estrella de la bandera cuatribarrada que marca la ruta delirante de los peregrinos catalanes hacia la independencia? Hay que preguntarse a qué clase de agujero negro nos aboca esa luz confusa y vertiginosa. Si mañana se declarara la república independiente de Cataluña muchos catalanes, creyéndose libres y soberanos, se levantarían de la cama confiados en que la independencia iba a mejorar sus vidas, pero la mente deslumbrada y el corazón inflamado de amor a su patria les impediría saber que detrás de ese sueño solo existe la oscuridad, y al final, llenos de frustración y melancolía en medio de una violenta fractura social entre hermanos, deberían enfrentarse a la rutina gris de todos los días, mientras el Sol, la única verdad que da la vida, saldría en punto como siempre por el Empurdá y se pondría por Finisterre.
ENTRE FLORES
15/10/2017

Había amanecido un sol radiante aquel 28 de junio de 1914 en Baden Baden, según cuenta Stefan Zweig. Era la víspera de San Pedro y San Pablo y muchos burgueses austriacos, alegres y confiados, habían decidido pasar el día de fiesta en ese balneario, que parecía haber sido levantado solo para el placer del espíritu. Una orquesta de violines y pistones hacía sonar un vals bajo los perfumados tilos del parque; algunos veraneantes apostaban en la ruleta del casino y otros ataviados con pamelas y sombreros blancos, seguidos de niñas vestidas con colores claros, cruzaban los puentecillos de hierro colado que unen los jardines a uno y otro lado del río Oos. En medio de esta perfecta armonía, de repente, la orquesta dejó de sonar. Algunos oyentes rodearon a un guardia que en ese momento estaba fijando en un tablón visible un cartel con la noticia de que el archiduque Francisco Fernando, heredero del trono del imperio austro- húngaro, y su mujer habían sido asesinados en Sarajevo a manos de Gravilo Princip, un nacionalista serbio que luchaba por la independencia de su país frente a Austria. Nadie dio demasiada importancia a ese hecho, de modo que el vals comenzó a sonar de nuevo desde el mismo compás interrumpido y aquellos felices burgueses siguieron ejerciendo su exquisita cortesía en los sillones. Nadie supo explicar cómo sobrevino la guerra, pero de pronto aquel espejo de felicidad evanescente saltó en pedazos y pocas semanas después aquella gente cortés y pacífica de Baden Baden estaba ebria de sangre; era imposible mantener una conversación sensata con los viejos amigos, que se habían convertido en patriotas ciegos, en unionistas o independentistas fanáticos. “Quien no es capaz de odiar, tampoco lo es de amar de verdad”, decían algunos. Aquella guerra que nadie quería produjo una espantosa carnicería con millones de muertos.
A LA SANGRE
22/10/2017

Todos los himnos nacionales están cargados con la pólvora de unas letras fatuas, violentas e incluso sanguinarias. Cuando suenan en los estadios al iniciarse un encuentro deportivo internacional los jugadores de cada equipo abrazados por los hombros en la cancha las entonan, unos con ardor, otros con desgana, y entre ellos siempre hay uno que oficia de gran patriota, al que solo le falta aporrearse el pecho como un gorila en celo mirando hacia lo alto. En LaMarsellesa se pide que la sangre impura inunde nuestros surcos; los germanos gritan: “Alemania sobre todo el mundo”; los británicos exclaman: “Oh, señor, nuestro Dios, levántate y dispersa a los enemigos”; “Listos para morir, Italia llama a sus hijos”, cantan los italianos; los norteamericanos con la mano en el corazón invocan la tenebrosa lucha, el rojo fulgor de los cohetes, las bombas estallando en el aire; y en Els segadors, para no ser menos, se anima a defender a la patria catalana con golpes de hoz. Por fortuna el himno español no tiene letra. Nada hay más elegante que permanecer con la boca cerrada ante esta clase de versos crueles elaborados por poetas mediocres, que llaman a degollar al enemigo. Mas cuando ya parecía que ese himno, hasta ahora en poder de la derecha, empezaba a ser emocionalmente aceptado por la izquierda a través de los éxitos deportivos, la reacción contra el independentismo catalán lo ha puesto de nuevo al servicio de un españolismo en algunos casos rancio y muy burdo, servido por una testosterona de muy baja calidad. Ahora la letra del himno español la constituyen, por un lado los infames abucheos de los independentistas en los estadios y por otro los mazazos de Manolo el del bomboy los gritos de ¡a por ellos!, bajo el amparo del toro de Osborne, una marca de coñac, estampado en la bandera nacional. Los dioses ciegan a los que quieren destruir.
TERROR SOLAR
29/10/2017

Una eterna primavera puede convertirse en una forma de terror. Si uno consulta en Internet la temperatura del valle de Josafat, donde se va a celebrar el Juicio Final, resulta que allí siempre brilla un sol radiante, de 27 grados, con ligera brisa y noches estrelladas, un clima ideal para acoger la ingente masa de una humanidad culpable. Esa gente feliz que a estas alturas del año, camino ya de la Navidad, llena las playas del Mediterráneo y chapotea con toda inocencia en el agua, no sabe que en cierto modo está viviendo un ensayo del Apocalipsis. Hasta ahora se nos ha hecho creer que el fin del mundo se producirá con una lluvia de fuego bajo un sonido de trompetas que los ángeles fieros tocarán para despertar a los muertos. Pero también podría suceder que este espectáculo escatológico en medio de las tinieblas fuera sustituido por un perenne cielo azul, producto de un anticiclón ferozmente anclado en las Azores, de forma que la caricia de un sol azucarado en la piel se convierta en un placer insoportable. La eterna primavera producirá la locura en las semillas y la gente sabrá que el fin del mundo está cerca cuando haya que segar el trigo en enero y se vuelvan carnívoras todas las flores de mayo. El buen tiempo inmutable será una maldición que acabará creando pánico, pero lejos de flagelarse como los penitentes en las procesiones medievales, la gente seguirá chapoteando en aguas del Mediterráneo y sobre esa convulsa masa carnal extendida en las playas, extenuada en la propia felicidad, se abrirá el Séptimo Sello y el veredicto fatal de la historia será emitido. El siniestro oficio de los antiguos profetas que se relamían anunciando toda suerte de calamidades en las postrimerías lo ejercerán ahora los hombres del tiempo y sus pronósticos de un Sol primaveral, deslumbrante e interminable serán nuestra condena.
LA OFRENDA
19/11/2017

Mientras Leonardo da Vinci pintaba en su taller de la vía Ghibellina de Florencia la pequeña tabla con la imagen del Salvator Mundi a su alrededor cacareaban docenas de gallinas. Los artistas del Quattrocento solían pintar al temple y necesitaban muchas yemas de huevo para ligar los pigmentos. Esta pequeña tabla de nogal, como La Gioconda y todas las Madonas con el Niño, fue creada en un auténtico gallinero y probablemente sería un encargo de los Médici, sus mejores clientes, para el oratorio de palacio y allí la imagen del Salvador atendería las súplicas de perdón de Lorenzo el Magnífico después de haber acuchillado a alguien. La figura del Salvator Mundi adopta con la mano el gesto de bendecir o de mandar formando una pinza con el pulgar y los dedos anular y meñique. El índice queda inhiesto como un símbolo fálico, que entre los pintores florentinos era una contraseña homosexual. Esa pinza fue la conexión energética a través de la cual la inteligencia pasó de la acción de la mano al cerebro del primate. A lo largo del tiempo la pintura religiosa, mientras permanece en el altar, absorbe las oraciones de los fieles y en la imagen sagrada se posa como una veladura toda la carga de miedos, milagros, esperanzas. Así sucedió con este Salvator Mundi, pintado como un elegante joven nórdico, absolutamente humano, casi profano. Pero un día esta tabla fue apeada del altar y comenzó a absorber otras pasiones. Pasó por salones reales, por alcobas de amantes, por mansiones burguesas; soportó el vilipendio de los restauradores; se extravió y reapareció en chamarilerías para ser zarandeada por la especulación y finalmente ha sido devuelta de nuevo al altar, esta vez al altar de Christie’s y allí ha recibido una ofrenda de 372 millones de euros. Esa cantidad es una oración, que nace de un acervo más profundo que la fe, que es la codicia.
DELIRIO
12/11/2017

Sin duda fue un día histórico aquel en que este ciudadano anónimo decidió declararse independiente por su cuenta y riesgo sin esperar a que se cumpliera el programa político de su partido. No reconocía otra nación que su propia persona cuyas fronteras las constituyan el suelo que pisaban sus zapatos, el horizonte hasta donde alcanzaban sus ojos y el cielo que brillaba sobre su atormentada cabeza. Este ciudadano creía, como Unamuno, que “el nacionalismo es la chifladura de exaltados echados a perder por indigestiones de mala historia”, pero que bastaba con desearlo con toda la fuerza del espíritu y de repente uno se convertía en un ser libre e independiente como una aventura individual irrebatible. Pasado el momento de euforia que acompaña a cualquier declaración de independencia, la primera decepción la tuvo a la mañana siguiente, cuando después de una noche en que fue visitado por algunos sueños de gloria, al mirarse en el espejo del baño descubrió que seguía siendo el mismo individuo de siempre sin más atributos, ni más alto ni más guapo. Nada había cambiado. Sus pantalones estaban confeccionados en China, el café del desayuno era colombiano, la mantequilla era francesa, el coche que conducía era alemán, la fábrica donde trabajaba era japonesa y el jefe que le mandaba era danés. En general todo lo que comía y bebía cada día este ciudadano independiente, las series de televisión que veía, la música que oía o bailaba, los medicamentos que tomaba, el móvil que lo unía al mundo tenían origen fuera de país que habitaba. Tanto su cuerpo como su alma, que eran su única nación, estaban atrapados en poder de otros, pero él siguió en su delirio, pese a que solo eran suyos, absolutamente suyos, los cuatro metros cuadrados de su amada tierra que necesitaba para llevarse consigo a la fosa sus sueños de gloria.
SOBRE EL CAOS
05/11/2017

Durante los cinco años que duró la Segunda República, según cuentan algunos historiadores, Gil Robles, líder de la derecha e Indalecio Prieto, jefe de filas del Partido Socialista, nunca se dieron la mano, ni siquiera se saludaron en los pasillos del Congreso. Nadie sabe qué habría sucedido si estos políticos enfrentados en bandos irreconciliables hubieran decidido un día sentarse a tomar café simplemente para charlar un rato. Según la teoría del caos, una acción sutil como el vuelo de una mariposa puede desencadenar una catástrofe en cualquier lugar del planeta, pero también un acto irrelevante es capaz de salvar de una gran hecatombe a toda una nación. Algunos analistas creen que si aquellos líderes hubieran tomado ese café, se habría evitado la Guerra Civil. Hitler quería ser pintor. Si el oscuro profesor de dibujo de la Academia de Bellas Artes de Viena que lo suspendió en su examen de ingreso le hubiera dado un notable, convertido Hitler en un feliz pintamonas, la humanidad se hubiera ahorrado la Segunda Guerra Mundial. Ese vuelo de mariposa con que se expresa la teoría del caos se cierne ahora sobre la frustración y la quiebra social que se han apoderado de la política en Cataluña. El delirio independentista ha llevado a sus líderes a la cárcel. La ley se ha cumplido de forma inexorable. Las manifestaciones callejeras producto de la emoción herida de millones de catalanes, la salida a la superficie del espíritu nacional y el españolismo reactivo de la extrema derecha puede que se acaben disolviendo en la rutina gris de cada día, pero bastará un hecho anodino imprevisible, una voz incendiaria que rompa el equilibrio inestable, para que suceda como cuando una pequeña roca se desprende de una ladera y provoca un alud que se lo lleva todo por delante hasta el fondo del barranco.
ALMUERZO
03/12/2017

Este ciudadano corriente durante el almuerzo tiene un grave problema: no sabe si debe coger los espárragos con los dedos o hay que tomarlos con cuchillo y tenedor. Mientras se debate en esa duda vuelve los ojos hacia el televisor donde en ese momento el exgeneral bosniocroata Slobodan Praljak, con pinta de un fiero y barbado Agamenón, se suicida en directo tomándose la cicuta con determinación después de soltar una agónica soflama ante el tribunal de La Haya que lo acaba de condenar a 20 años por crímenes de guerra. Meterse un trago de veneno entre pecho y espalda como un brindis airado tiene mucha más fuerza que cualquier tragedia de Esquilo, Sófocles y Eurípides. Este ciudadano corriente y sus compañeros de mesa saben que a estas alturas no hay ficción dramática que pueda superar a un telediario vulgar. En las tragedias griegas se requería que los dioses estuvieran implicados en las pasiones de los humanos; en cambio las grandes hecatombes modernas hoy se sirven entre plato y plato sin que ninguna sea tan importante como una buena digestión. El ciudadano corriente ha resuelto el problema cogiendo los espárragos con la mano. La agradable conversación de sobremesa la interrumpe ahora la noticia del último proyectil lanzado por Corea del Norte, que ha alcanzado los 4.475 kilómetros de altura. Este misil intercontinental es capaz de trasportar una cabeza nuclear y dejarla caer sobre Washington o Nueva York. El gordinflón Kim Jong-un, que en televisión no se distingue de un muñeco de dibujos animados, puede poner el mundo patas arriba, pero este ciudadano corriente tiene otro problema no menos grave. No sabe si pedir el solomillo al punto o poco hecho, casi sangrante. Esta duda en la mesa se ha convertido en un tema de debate. ¿Y el Apocalipsis? De postre, con un poco de nata, por favor.
CAFARNAÚN
17/12/2017

Da la sensación de que el Estado español es una maquinaria metódica e implacable, pero anquilosada, que se mueve todavía en un mundo analógico, mientras los independentistas catalanes lo desafían alegremente desde una realidad digital hinchando ese globo de colores en que se ha convertido el proceso soberanista. En este estado de la cuestión, para que ese globo de colores se convierta en la república independiente con la que sueñan unos millones de catalanes, sería necesario hacer una revolución o ganar una guerra, ambas con los dados a favor, cosa que no se vislumbra ni siquiera en el horizonte más lejano. Por otra parte, tal como vienen los telediarios, parece evidente que tampoco los constitucionalistas conseguirán jamás pinchar ese globo que sustenta la ilusión de gran parte de Cataluña. Si ambos bandos divididos en dos mitades nunca podrán vencer ni convencer al contrario, tratándose de catalanes, sería lo más sensato ponerse a la tarea de convivir en paz, puesto que a esa ardua labor están condenados por el azar y la necesidad. Lejos de las pasiones políticas hoy envenenadas, gane quien gane estas elecciones, habrá que bajar al barro de la vida cotidiana, y en este sentido, la inminente Navidad se presenta como una prueba y una amenaza. Unos y otros tendrán que desearse bon Nadalsin que suene a escarnio, y el 26 de diciembre, fiesta de San Esteve, en la que las familias catalanas, con tíos, sobrinos, primos y cuñados, se amontonan en casa durante toda la jornada, habrá que decidir quién hace los canelones. He aquí el reto: bailar juntos la sardana, cantar juntos en el mismo orfeón, ir en pandilla juntos a buscar setas al Canigó. Creíamos que los catalanes eran moderados, prácticos y ecuánimes. Nada. Para lo que hoy sucede en Cataluña, Josep Pla tenía una expresión: esto es realmente un cafarnaún.
EL FUNERAL
10/12/2017

Los que suelen ir a misa los domingos saben que durante la ceremonia llega el momento en que el cura desde el altar dice a los fieles: “Hermanos, daos la paz”. Los fieles se vuelven hacia sus vecinos de banco, a derecha e izquierda, y amagan una especie de abrazo o apretón de manos. Tener que abrazar a personas que no conoces de nada no deja de causar cierta incomodidad. De hecho, la mayoría sale del paso con una leve inclinación de cabeza acompañada con una mueca más o menos afectuosa. Pero en el caso de un funeral donde suelen asistir a la misa ciudadanos, que salvo por compromiso social, no pisan nunca una iglesia, ese gesto de darse la paz produce una violencia insuperable y más si, como pasa a veces, en el duelo participan juntos y revueltos herederos y desheredados, amigos y enemigos que en vida ha generado el difunto. No es extraño que alguien en plena misa aproveche el abrazo para arrancarle una oreja de un mordisco a un primo hermano. Algo semejante podría suceder en el sepelio de este magnífico cadáver en que se ha convertido el proceso soberanista de Cataluña, expuesto para unas honras fúnebres. Las elecciones autonómicas se presentan como la forma de llevar este fiambre a la sepultura, unos para que se pudra del todo, otros a la espera de que resucite al tercer día. El esfuerzo principal de un gran gobernante, independentista o no, debería consistir en restañar heridas, en pacificar y restablecer la convivencia entre familias, amigos y ciudadanos, pero la paz social parece una misión en el filo de lo imposible hoy en Cataluña. El político equilibrista, que en medio de los bandos enfrentados a cara de perro, diga: “Catalanes, daos la paz”, será tomado por un blandengue y desde el fondo de un iberismo irredento oirá la respuesta: “¡Por encima de mi cadáver!”. Y es que en este funeral las campanas doblan por todos nosotros.
RECTIFICACIÓN DEL AUTOR A LA COLUMNA DEL 16/03/2014

En el artículo que publiqué el domingo pasado, con el título de Guillotina, se produjeron algunos errores. La guillotina del ordenador entró en funcionamiento y cortó la cabeza del doctor Guillotin, quien dio nombre a este artefacto de matar, y en el texto quedó como el doctor Guillot. A continuación se dice que este señor murió guillotinado, una leyenda que se ha perpetuado como una ironía literaria de todos los revolucionarios que se han visto obligados a probar su propia medicina. Realmente murió de ántrax. Los que vamos a morir decapitados, si la crisis económica junto con la miseria moral no remite, somos nosotros, unos más y otros menos.— Manuel Vicent.
ORTOGRAFÍA
24/12/2017

Ahora que el idioma tal como lo escribimos hoy está a punto de desaparecer destruido por los nativos digitales en las redes, quisiera rendir homenaje a un maestro de escuela, de quien a los ocho años aprendí todo lo que sé de ortografía. Se llamaba Manuel Segarra. Gran parte de mi pasión por la escritura se la debo a aquel maestro cuyo recuerdo llevo en el corazón desde el fondo de mi niñez. En aquellos tiempos de la más desolada posguerra don Manuel se tomaba muy en serio su vocación. Aún lo veo con su guardapolvo color mostaza y las manos colgadas de las axilas por los pulgares paseándose entre las filas de pupitres mientras repetía lenta y espaciadamente en voz alta las palabras del dictado. Sentías su presencia detrás. Sabías que iba a inspeccionar en tu cuaderno la hache, la jota, la uve, la elle y que probablemente cualquier falta de ortografía iría acompañada por una colleja. En aquel tiempo a los maestros se les escapaba a veces algún sopapo o te daban con la regla en la palma de la mano. La ortografía estaba implicada en una sensación de terror. Cualquier profesor que ponga hoy la mano sobre un alumno se expone a un grave problema, pero entonces el castigo físico era aceptado con normalidad por la pedagogía, hasta el punto que si en casa decías que el maestro te había pegado, encima tu padre te daba otra paliza. Entre los papeles de una carpeta olvidada descubro la fotografía del curso escolar de 1944, en la que estoy muy serio al lado de este maestro. “Tú aquí conmigo” —recuerdo que me dijo don Manuel—. La Real Academia suele aceptar con gran parsimonia nuevos vocablos de la calle mientras hoy los niños están creando cada día con los dedos un lenguaje distinto. En esta lucha desigual quiero recordar a aquel maestro de escuela que me enseñó a escribir bien con una ortografía que ya forma parte de la melancolía.

viernes, 25 de enero de 2019

LA SECRETARIA
07/01/2018

En el fastuoso restaurante la Tour d’Argent, de París, que goza de todas las estrellas y tenedores posibles, estaban sentados a una mesa dos parejas: el dueño de una multinacional japonesa con su fina y delicada esposa y un empresario español acompañado de su joven y bella secretaria. Después de varios meses de dura negociación se habían reunido allí para celebrar con una cena el acuerdo por el que el magnate japonés se disponía a comprar por muchos millones de euros la empresa española. En la mesa de este histórico restaurante con vistas al Sena ante el pato prensado, especialidad de la casa, la conversación discurría entre ademanes de suma cortesía. Solo la secretaria mantenía una sonrisa forzada, parecía muy nerviosa y no participaba siquiera en los comentarios más banales. Al llegar a los postres, ante la botella de Dom Pérignon cuyas burbujas doradas iban a coronar un negocio redondo, la joven y bella secretaria no aguantó más. Cuando todo parecía fluir según los ritos más formales, chinchín, salud, en ese momento, sin mediar palabra, la secretaria cogió su bolso y comenzó a pegarle con furia bolsazos en la cabeza al magnate japonés ante el asombro de todos, incluidos camareros y clientes del establecimiento. Llevado de su prepotencia, aquel magnate había estado toda la cena metiéndole mano bajo la falda a la joven secretaria sin dejar de hablar de millones mientras degustaba a la vez los exquisitos manjares, pero ella no dejó que pasaran los años para contar semejante humillación como han hecho algunas actrices de Hollywood y tantas mujeres que sufren el acoso sexual de sus jefes. Defendió su dignidad en el acto de forma expeditiva sin preocuparle las consecuencias, usando como arma de mujer su bolso de marca. ¿Qué sucedió después con el negocio? La respuesta se deja a la imaginación del lector inteligente.
DESCRÉDITO
14/01/2018

Si los científicos se dedicaran a desacreditar los descubrimientos que realizan otros equipos de investigación y por principio solo aceptaran los avances de la ciencia que salen de su propio laboratorio, es decir, si se comportaran como lo hacen los políticos con la ideología, ¿no estaría la ciencia todavía en poder de la fe o incluso de la Inquisición? Si los médicos en lugar de curar enfermos, se pasaran el día metiéndose zancadillas mutuamente por los pasillos del hospital y cada uno pusiera en duda la honestidad y la competencia de otros colegas, es decir, si se comportaran como lo hacen los políticos con sus adversarios, ¿acaso no causaría terror ponerse en sus manos? Si los farmacéuticos proclamaran que las medicinas que expende la farmacia de la otra esquina pueden causar daños irreparables a la salud, es decir, si se comportaran como lo hacen los políticos con el programa de otros partidos, ¿quién sería el estúpido que les confiara una receta? Si los maestros, lejos de transmitir un conocimiento libre y sosegado, optaran por envenenar el cerebro de los alumnos con bajas pasiones, es decir, si se comportaran como lo hacen los políticos con el patriotismo, ¿no estaríamos todavía en la caverna? Si los tenderos en lugar de vender sus mercancías a un precio razonable, se pasaran el día de juzgado en juzgado, de cárcel en cárcel, es decir, si se comportaran como lo hacen los políticos con la corrupción, ¿no sería el comercio lo más parecido a una escuela de malhechores? Si un empresario se viera obligado a aceptar a un ejecutivo cuyo talento fuera similar al de la mayoría de nuestros políticos, ¿no estaría temblando ante la probable quiebra de su negocio? Por fortuna este es todavía un país habitable gracias a que los científicos, médicos, maestros, empresarios y tenderos no se comportan como los políticos.
EL PARAGUAS
21/01/2018

De noche, en el tren, el viajero volvió la mirada hacia el cristal de la ventanilla y pudo observar que fuera del vagón viajaba a la misma velocidad una figura cuyo rostro era exactamente igual al suyo. Habría cometido el error de creer que se trataba solo de la propia imagen reflejada en ese espejo oscuro de la noche. Después de reflexionar durante un tiempo llegó a la convicción de que esa figura podía ser la otra mitad de sí mismo desdoblada, que le había seguido siempre a todas partes desde su tierna infancia y que esta vez había conseguido alcanzarlo para seguir juntos viaje hacia el fin de la noche. Puede que el viajero lo ignorara, pero esa imagen oscura contenía, como en un negativo, todos los sueños que no pudo cumplir; los placeres a los que renunció; las oportunidades que no supo aprovechar; lo que pudo hacer y no hizo; todo lo que había tratado de ocultar; las renuncias, errores y caídas que lo llevaron a convertirse en un cobarde sin ningún interés. En el fondo del espejo de la noche vislumbró a un niño saltando feliz sobre la hierba, que después, de adolescente, bajo el sol del verano iba a la playa en bicicleta y quiso de joven descubrir la fuente de la belleza en la abrupta selva de Dante. Aquella visión le obligó a preguntarse ¿y si...? Cualquier hecho vulgar hace que cada día cambie la trayectoria de la vida. ¿Y si…? De pronto, el viajero recordó aquel paraguas. ¿Y si no hubiera llovido aquella tarde de otoño? El viajero sabía que nada habría sido lo mismo si aquella tarde de otoño no hubiera tenido que volver al bar a recoger el paraguas que había olvidado. En aquel bar se cruzó con la mujer que ahora le esperaba en la estación, fin de su destino. “¿Qué tal el viaje?”, le preguntó ella. “Me he encontrado con un tipo al que no había visto desde que éramos niños, un miserable”, contestó el viajero.
MONO DIOS
28/01/2018

Durante millones de años el primate estuvo sumido en la confusión de los sentidos hasta que llegó el momento en que intervino la serpiente. Con un picotazo en la nuca, la serpiente inoculó la conciencia en su cerebro y el primate, de repente, se sintió inteligente y culpable. Este hecho ha llegado a nuestra cultura en forma de fábula. En medio del edén estaba el árbol de la ciencia con la manzana prohibida. “Quien coma la fruta de este árbol morirá” —dijo Yahvé—. Entre helechos arborescentes, aquel primate iba desnudo y se creía inmortal, una sensación que compartía con el resto de los animales. Puede que otros simios congéneres conocieran la prohibición decretada por el amo del edén, pero solo él, nuestro directo antepasado, tentado por la serpiente, osó quebrantarla. “Si mordéis esta manzana seréis como dioses” —le dijo la serpiente a Eva—. Ya se sabe con qué castigo tuvo que cargar la humanidad por este desafío a su creador. Nuestros primeros padres fueron expulsados del paraíso, condenados a parir con dolor, a trabajar con el sudor de la frente y a morir. ¿Y todo por una simple manzana? —pregunta un niño al maestro—. Alguien tiene que explicarle a ese niño que la manzana del paraíso es la conciencia, la razón, el conocimiento, la curiosidad y la rebeldía que el ser humano ha heredado de aquella pareja de primates bajo el nombre de pecado original. El árbol de la ciencia sigue dando hoy otras manzanas mordidas, la de Newton, la de Alan Turing, la de Steve Jobs, que penden de sus ramas en forma de iPad, de iPhone. Seréis como dioses. La serpiente actúa ahora en los laboratorios de biología molecular, donde gracias al pecado original el ser humano ha adquirido el poder caprichoso e ilimitado de su creador. Cada día está más cerca el último asalto a la inmortalidad. De hecho, unos chinos acaban de clonar a un mono.
SOPA REGIA
04/02/2108

Cuando sientas que a tu alrededor todo se viene abajo y ya no encuentres sentido a la vida, remonta el río de la memoria hasta la niñez y entra en aquella cocina donde humeaba la sopa de verduras, cardos, acelgas, zanahorias y espinacas, que la abuela cocinaba con tanto amor. Puede que este país esté hoy patas arriba, pero en medio de los escombros si te agarras muy firme a aquel cazo humeante, estarás a salvo. Aunque lo ignores, su lejano aroma transporta la sustancia que ha construido tu espíritu y es todavía una buena razón para seguir viviendo. La sopa a todos nos iguala, a príncipes y a lacayos, a señores y a criados, a ricos y a pobres. Mira, si no, a la familia real sentada durante el almuerzo alrededor de una minestrone. Toda la grandeza y abolengo de los blasones, la gloria y los desastres de la historia, el incierto azar de la Corona quedan reducidos a un lance de cocina de clase media. La sopa demasiado caliente le abrasa la lengua a la princesa de Asturias y la Reina le dice: “Pero sopla, Leonor, hija”. Pese a que la primera regla de urbanidad en la mesa prohíbe soplar el caldo, habría sido mucho peor si después del primer sorbo su majestad el Rey de España, como un simple mortal, hubiera exclamado: “Umm, esta sopa entona”. Cualquier analista político debería saber que la sustancia de esa sopa regia es el fundamento más consistente en que se sustenta la Corona. De hecho, no se puede comparar el Toisón de Oro con una buena minestrone, puesto que si un día la Monarquía desaparece ese collar no será nada, pero en la lengua abrasada de la princesa Leonor perdurará el sabor de la sopa. La política de este país se ha convertido en un oficio infame, las instituciones del Estado han caído en el desprestigio, la cultura es un gallinero. Al final, la columna de humo que sale de una sopa real es el pilar que sustenta a la patria.
NEVADAS
11/02/2018

Conocí por primera vez la nieve el 15 de enero de 1946, a los 10 años. El día de Reyes en el cine del pueblo habían echado la película Argel y aun estaban Charles Boyer y Hedy Lamarr mirándose a los ojos en los cartones expuestos en la fachada del bar Nacional cuando sobre ellos empezaron a caer los primeros copos. Camino de la escuela, mientras sonaba en mi bolsa la caja de lápices Alpino, vi que la nieve caía también sobre el tiovivo y los barracones de tiro que estaban montando los feriantes para la fiesta de San Sebastián. A media tarde la nieve ya había cubierto los tejados, los campos de hortalizas, los naranjos y los nidos de los pájaros que yo me sabía. Durante toda la noche continuó nevando dentro de un silencio blanco y suspendido. Por la mañana no se oían ladridos de perros ni relinchos de caballos, no piaban los gorriones ateridos y tampoco zureaban los palomos. Sobre ese silencio de algodón el sol radiante iluminó el metro de nieve que cubría todo lo que podías ver desde la montaña hasta el mar. La nevada heló los naranjos y añadió más hambre y desolación a la que había traído la guerra. Esta nieve tan bonita nos hará más pobres que las ratas- decía mi padre. La naturaleza no cambia, ni aprende ni olvida. Este año ha caído una nieve como la de 1946, pero entre las dos nevadas la vida ha reventado. La nieve pura de mi niñez cubría la miseria, el miedo y la represión. Esta nevada de 2018 ha producido atascos de coches de gente feliz que venía de esquiar el fin de semana. Entonces en el pueblo se decía que la Virgen se estaba apareciendo a una niña. Hoy SpaceX acaba de lanzar al espacio el cohete Falcon Heavy para colocar un coche eléctrico Tesla en la órbita del sol más allá de Marte. Pero la naturaleza no aprende. Sigue nevando siempre igual sobre la miseria y la locura humana.
CANÍBALES
18/02/2018

El canibalismo era una antigua práctica gastronómica que consistía en comerse los humanos unos a otros mediante sacrificios rituales o simplemente por hambre. Aunque está asociado a algunas tribus de cazadores de cabezas que devoraban el cerebro del enemigo para adquirir su fuerza, el canibalismo hoy sigue vigente bajo la especie informática a través de las cuatro o cinco empresas que dominan el mundo de la comunicación. De la misma forma con que se ceba a las ocas por sonda para obtener un exquisito paté de su hígado hipertrofiado, así convierte el sistema nuestro cerebro, a través de las redes sociales, en una de esas sopas, que tanto le gustan a Drácula. Hubo un tiempo en que unos gigantes de la filosofía y de la ciencia, Pitágoras, Sócrates, Copérnico, Galileo, Newton, Einstein y Hawking, nos hicieron creer que el conocimiento sin límites depararía progreso, libertad e independencia a la humanidad. Ese sueño se ha desvanecido. Puede que usted aún se crea libre e independiente, pero no es más que un producto nutritivo, atiborrado de publicidad e información tóxica, dispuesto para el festín de los nuevos antropófagos del sistema quienes por medio de los dispositivos móviles, de los big data, de los blockchains,de las múltiples aplicaciones de la inteligencia artificial controlan todos los movimientos, hábitos y tendencias de nuestra vida. Somos como nos quiere el poder: consumidores autómatas, controlados, alegres y desarmados. El conde Drácula ha adquirido una forma digital. Hoy todo el mundo va con el móvil en la oreja, pegado a la yugular, sin saber que es el lugar más propicio para que el vampiro ponga a trabajar sus colmillos. Pero al final del banquete, ¿dónde depositará los cráneos y carcasas vacías cuando el conde Drácula nos haya chupado toda la sangre? En el móvil tiene que haber una aplicación. Pulse infierno.
PLEGARIAS
25/02/2018

El Kaláshnikov se ha convertido en un instrumento de oración. Con cada proyectil escupe también una plegaria. Rezar y disparar. Nunca como hoy han estado tan unidos el bien y el mal, el progreso y el regreso de la humanidad en una confusa amalgama de religión, ciencia y fanatismo. Miles de millones de habitantes del planeta profesan la nueva fe en la energía nuclear sin dejar de creer en sus antiguos dioses. En el billete de dólar con el que se compran y se venden todas las almas se halla escrita esta súplica: ¡en Dios confiamos! En el inconsciente colectivo de Estados Unidos están interiorizados, como iconos de la patria, el rifle Winchester y el Colt 45; de hecho las matanzas en los centros escolares constituyen una forma de costumbrismo. Los profesores en los colegios, según Donald Trump, deberían impartir lecciones de ética con un revólver en la mano. Los yihadistas dominan las redes sociales más sofisticadas, pero gritan ¡Alá es grande! antes de ametrallar a los enemigos. Los judíos de Israel imploran protección a Yavhé en el Muro de las Lamentaciones, aunque sin duda fían más su seguridad a la posesión de la bomba atómica. Los seguidores de Buda y de Confucio son capaces de compaginar la armonía del nirvana con las leyes del capitalismo más salvaje. Los animistas africanos asesinan a sus congéneres de otras etnias y luego por su smartphonese enteran del resultado de la razia. Los millones de neuronas de nuestro sistema digestivo se encargan de provocarnos náuseas y vómitos cuando un alimento indigesto penetra en el estómago; en cambio, las neuronas del cerebro admiten sin rechazo alguno toda clase de basura. Lo cuecen todo en una confusa unidad, el bien y el mal, la fe, la ciencia y el fanatismo, de modo que hoy matar puede ser lo mismo que rezar. Se aprieta el gatillo y salen convertidas en plomo las plegarias.
SECRECIONES
04/03/2018

Suena el himno nacional. Su música acompañada con una letra combativa dispara en el cerebro del patriota unos mecanismos nerviosos que estimulan los instintos ancestrales de supervivencia, los mismos que excitaban al guerrero en la sabana frente a los enemigos de la tribu hace miles de años. Se trata de una acción refleja, pero aprendida. De hecho, si oímos el himno de Ulán Bator no sentimos nada; en cambio, al oír la Marcha real, Els segadors, el Himno de Riego,el del Real Madrid o el del Barça, vinculados a valores, ideología, tabúes y símbolos propios, el cerebro del respectivo hincha patriota segrega automáticamente dos hormonas específicas, la adrenalina y las endorfinas, que entran de inmediato en acción. La adrenalina le aumenta el ritmo cardiaco, le dilata la pupila para agudizar la visión ante el peligro y le induce una descarga de glucosa por si el patriota se ve obligado a realizar algún esfuerzo agresivo, por ejemplo, liarse a banderazos contra el bando contrario e incluso, en casos extremos, coger el fusil. No en vano la glándula que genera la adrenalina está en la zona de los riñones. Por su parte, las endorfinas le producen un bienestar emocional e incluso un placer físico que se asimila con una sensación de fiesta después de la victoria. El himno nacional o deportivo suele ir acompañado con gritos de rigor, arengas y vítores que exacerban el ánimo cuando la patria o el equipo están en peligro, pero sucede que en la vida ordinaria hay otros peligros mucho más graves que no generan ninguna secreción hormonal. ¿Por qué el paro, la desigualdad, la pobreza y la corrupción no producen adrenalina ni endorfinas? Sencillamente, porque no tienen música. Hubo un tiempo en que la tenían. Iba acompañada con una letra de combate, La internacional, A las barricadas, himnos heroicos que hoy son solo ecos de la memoria.
SER MUJER
11/04/2018

Muy pronto los centros del poder masculino quedarán definitivamente fuera del canon machista consagrado en nuestra cultura por el Antiguo Testamento y la lucha por la igualdad de hombres y mujeres se librará incluso en el terreno de la genética. Llegará el momento en que el óvulo podrá elegir el espermatozoide más adecuado de entre los millares de inútiles que asediarán la gran fábrica de la vida. Al final, las dos células se mirarán a la cara, de igual a igual, y el pequeño espermatozoide tendrá que aceptar un “no es no” de ese óvulo único, brillante, dinámico y lleno de futuro. Si el Génesis lo hubiera escrito Séfora, la mujer del machista Moisés, habríamos leído: “Al sexto día, Dios creó a Eva y desde sus entrañas surgió Adán”. Sería un relato más consistente porque todos llegamos a este mundo atravesando a una mujer cuyo cuerpo, glorificado o satanizado, se ha convertido en una neurosis masculina en el arte y en la religión. El voluptuoso desnudo femenino constituye un horizonte estético en la historia de la pintura, igual que la figura de la Virgen sin vísceras pero vestida con ropaje celestial, rodeada de ángeles. Para una feminista radical ¿qué es más degradante, la Venus de Botticelli saliendo desnuda del mar sobre una concha impulsada por el soplo de dioses alados o las Inmaculadas de Murillo, quien a veces utilizaba de modelos a rameras sevillanas y las pintaba con la serpiente y la luna a sus pies? Durante 3.500 años la mujer ha sido sometida, explotada, considerada como patrimonio del varón, objeto de placer o animal de carga. La esclavitud fue oficialmente abolida en la segunda mitad del siglo XIX; entonces se inició el movimiento obrero y ahora que la lucha de clases parece que ha sido neutralizada ha aparecido en escena la batalla final por la liberación femenina, una guerra que no ha cesado desde el neolítico.
OTRO MILAGRO
18/03/2018

Primero fueron los jóvenes, después las mujeres, ahora los jubilados. Atención, gobernantes ciegos e incompetentes, un nuevo ejército de viejos soldados está preparado para dar la batalla. Aunque parecen frágiles son duros como el pedernal porque llevan incorporado el sufrimiento por la vida y ya no tienen nada que perder. Creíais que se iban a conformar con bailar boleros y pasodobles en Benidorm, con jugar a la petanca en algún jardín municipal o con llegar derrengados de cualquier excursión de la tercera edad. Son pacíficos y conservadores, pero tienen en sus manos una papeleta de voto en forma de hacha. Los jubilados de hoy son los hombres y mujeres que ayer modernizaron nuestro país, consiguieron implantar la democracia, la libertad y el Estado de bienestar, lo introdujeron en Europa, elaboraron las leyes más avanzadas, hicieron ciencia en los laboratorios, revolucionaron la medicina, construyeron carreteras y comunicaciones, labraron la tierra, abrieron mercados por todo el mundo y aquellos que sobrevivieron a la dura vida, al final, tuvieron que dedicar sus modestas pensiones a paliar el paro de sus hijos, a cuidar de sus nietos y a realizar aquellas tareas que sucesivos políticos incompetentes renunciaron a solucionar en favor de los poderosos y de aquellos que más recursos tenían. Lo dice el Evangelio sin ir más lejos: “Pues al que tiene mucho, se le dará más todavía; pero al que tiene poco, aun ese poco le será arrebatado”. Los jubilados, que no se resignan a esa condena salvaje, han salido en masa a las calles con un vigor que sobrepasa en frescura e intrepidez al de los jóvenes airados del 15-M. Primero fue la rebelión juvenil, después el grito de las mujeres, ahora la cólera de los viejos. ¿Qué pasa en este país? Simplemente que en medio del asfalto está reventando como una amenaza otro milagro de la primavera.
ESCAPATORIA
25/03/2018

Llegados al uso de razón, a los niños de mi generación, se nos hizo saber que no teníamos escapatoria. Un ojo de Dios dentro de un triángulo, como una especie de dron que todo lo ve, nos iba a vigilar en adelante día y noche. Aparte de esta inspección desde las alturas, por si hubiera quedado alguna zona de sombra, a nuestro lado iría siempre un ángel tomando nota en un libro minuciosamente de todos nuestros actos, incluso de los más secretos. Se nos dijo que un día se abrirían todos los sepulcros y en el valle de Josafat ante la puerta dorada de Jerusalén se agolparía la humanidad entera resucitada a la espera de ser juzgada. Hay que imaginarse la apabullante escena digna de una película de Cecil B. DeMille. En un momento dado una voz atronadora pronunciaría tu nombre y los dos apellidos reclamando tu presencia ante el estrado del Juez Supremo. Entonces aparecería el ángel con el libro abierto donde estarían escritos tus pecados, que a continuación serían aireados al mundo entero antes del veredicto de condena. Este cuento infantil macabro adquiere una realidad actual bajo una forma moderna. El ojo divino que todo lo ve ahora se llama Big Data y el ángel espía, ese móvil que lleva uno en el bolsillo pegado al sexo. Hoy se vive con la sensación de que hay alguien que lo sabe todo de ti y que una exhaustiva información de tus caídas, imposturas y traiciones, que has ido dejando a lo largo de la vida, serán usadas en tu contra. Si eres un político tienes que saber que eso que tratas de ocultar estará en tu peor momento en la mesa de tu peor enemigo. Si eres un moralista que vas dando lecciones tampoco estás a salvo de ser desenmascarado. El juicio perentorio se producirá ante las redes que emitirán un veredicto de culpabilidad incluso antes de ser oído. Los de mi generación estamos advertidos desde que éramos niños.