domingo, 17 de octubre de 2021
LÁGRIMAS
25/07/2021
Cada mañana su madre le lavaba la cara con jabón de sosa, lo peinaba y mientras le abrochaba con amor todos los botones, le decía: Hijo, pórtate bien con el maestro. Qué lejos queda aquel niño que iba a la escuela con los lápices de colores sonando en el estuche de la cartera. Primero el Cara al sol brazo en alto, luego el dictado, la ortografía y Viriato, el mapa de España y la cantinela de la tabla de multiplicar que salía por los ventanales. Qué lejos quedan aquellos gritos del recreo y las claras acequias donde se bañaba desnudo entre los naranjos y las meriendas de pan con chocolate y los nidos secretos de petirrojos, verderones y jilgueros, y el olor a linotipia que despedían los cromos y el de las hojas de morera de la caja de los gusanos. Introibo ad altare Dei, repetía el cura en misa cuando el niño era monaguillo. Qué lejos queda aquel chaval que estrenó los primeros pantalones bombachos. Entre los radios de su bicicleta petardeaba el as de oros, la mejor carta de la baraja. A esa edad soñaba con islas misteriosas de Julio Verne y de Salgari y con aquella niña pelirroja por la que sintió por primera vez una pulsión extraña que siempre llevó asociada el aroma del espliego de la primera excursión por la montaña. Qué lejos queda el joven orteguiano que creía pertenecer a la minoría selecta y que luego en la universidad luchó contra la dictadura frente a los guardias, se alistó en el partido comunista, pasó por la cárcel y durante algunos años aún mantuvo la fe en que el mundo podía cambiar a la medida de sus sueños. Hoy es un viejo que no sabría explicar por qué una cólera larvada lo ha convertido en un sujeto tan reaccionario. Solo que en medio de su confusión política e ideológica a veces recuerda a aquel niño que iba a la escuela con la cara bien lavada, tan limpio, tan puro, tan lejano, y se le saltan las lágrimas.
BEBAMOS
05/09/2021
Pese a la ominosa pandemia que no cesa y a los cataclismos cada vez más violentos que provoca en el planeta la madre naturaleza, todo indica que el fin del mundo tampoco se producirá este año. Mientras queden por contemplar todavía maravillosas puestas de sol en el mar con un excelente licor en la mano, el apocalipsis puede esperar. Por mi parte, agosto del 2021 ha sido un mes relativamente placentero, gracias a un experimento muy sencillo que he realizado en defensa propia. Cuando empezaban los telediarios me bastaba con quitar el sonido al aparato y de repente la pantalla sin voz convertía a todos los personajes de la actualidad en una especie de crustáceos que se agitaban dentro de un acuario. Los veía mover los labios y gesticular e incluso podía imaginarlos flotando cabeza abajo como si estuvieran en una ingrávida estación espacial. Si estos crustáceos eran políticos, sabía de sobra qué estaría diciendo cada uno según su ideología, pero al menos el experimento me ahorraba tener que soportar la bronca con quijada de burro en la que sigue instalada la derecha española. Caín en este país siempre encuentra pareja para bailar un tango muy apretado. Por otra parte, el descalabro del Ejército de EE UU en Afganistán, la estampida agónica en el aeropuerto de Kabul y la imagen de los talibanes de cuyos refajos les brota siempre un Kalashnikov al que acunan como a un niño, dentro del acuario del televisor adquirían la estética de esos documentales de la sabana o del fondo del mar en los que se muestra la voracidad y el determinismo feroz de los animales en la lucha por la supervivencia. La historia de la humanidad se reduce a los hechos que seleccionan y emiten cada día los telediarios. Quítales la voz y toda la crueldad humana adoptará también la forma de espectáculo con la inocencia salvaje de una serie de National Geografic. Bebamos.
FUEGO ETERNO
10/10/2021
Un volcán en erupción podría ser un fenómeno religioso, ante el cual habría que arrodillarse presos de pánico como los primates, puesto que nuestra cultura no ha superado todavía la neurosis del infierno. El volcán de La Palma nos obliga a contemplar en directo la forma en que el caos creó este planeta cuyo trabajo aún no ha terminado. Una sucesión de terremotos y de impactos de meteoritos quebró la corteza terrestre y por sus fisuras emergieron los vómitos de magma, de gases y de fuego emitidos desde el fondo de la tierra. La convulsión sísmica formó valles, llanuras, montes y cordilleras mientras las primeras larvas de la vida surgieron del espíritu que flotaba sobre las aguas hace miles de millones de años. La vida es una simple anécdota frente al fuego eterno, una aventura de la química orgánica que un día desaparecerá sin dejar rastro. Un volcán en erupción nos da a entender que la humanidad está bailando sobre unas placas tectónicas movedizas, aunque de momento dentro de ese caos sin sentido todavía pueden sonar los Conciertos de Brandemburgo, de Johann Sebastian Bach. La Tierra rota como una dinamo sobre sí misma dando vueltas alrededor del sol a 30 kilómetros por segundo, si bien da la sensación de que la historia humana en su locura vuela hacia ninguna parte a mayor velocidad todavía dejando atrás una estela de crueldad, de belleza y de culpa. Del fuego del volcán se sirvieron los sacerdotes para acrecentar su poder al asimilarlo al castigo del infierno. Solo un pensamiento impuro podía condenarte por toda la eternidad al fuego eterno. Pero el infierno, según la mitología, era el Averno, nombre que recibía el cráter de un volcán cerca de Cumas, en la Campania, por donde se bajaba al inframundo. Hoy el fuego del infierno, que tanto nos acongojaba cuando éramos niños, ya parece estar en poder de los poetas, de los turistas y de los científicos.
EL ASALTO
17/10/2021