domingo, 16 de noviembre de 2008

ABISMO

Abismo
MANUEL VICENT 16/11/2008

La cara oculta de la sabiduría la constituyen todos los manuscritos de la antigüedad que se han perdido, los cuentos que fueron narrados de viva voz en las plazas orientales y las melodías creadas por millones de pastores con una flauta de caña junto con las canciones que también se disolvieron en el aire, las danzas que ni siquiera quedaron grabadas en las vasijas o en los frisos de los templos. Sólo una pequeña parte de la creación del mundo clásico se ha salvado, pero existe un vaso oscuro de la memoria colectiva donde se guardan las cenizas de la biblioteca de Alejandría, los papiros que se pudrieron bajo las aguas del Nilo, los versos que Safo no pudo terminar, otro teorema grabado por Pitágoras en las letrinas de Éfeso, que el tiempo ha hecho indescifrable y parte de las enseñanzas de Sócrates que Platón no recordó. Ser sabio consiste en navegar ese mar desconocido, imaginar el tesoro que la historia ha sumergido y rescatar del fondo del abismo, cada uno por su cuenta y riesgo, una parte de ese tesoro que no existe. La cultura desaparecida no está en las cátedras ni en las tribunas ni en los libros, sino en las palabras de las gentes sencillas. Cuando oigas a un marinero o a un campesino decir cosas salidas directamente de su pensamiento sin adherencia alguna, no debe admirarte que hablen con tanto rigor sin haber leído nunca nada, puesto que en su mente fluye con naturalidad la sabiduría que sólo han leído en el aire. Desde el fondo de los tiempos, pasando por el corazón de todos los mortales ya muertos, llegan por el aire cánticos insonoros, versos rotos en mil pedazos, cuentos de lobos o de hadas, alfombras mágicas invisibles, aforismos de filósofos anónimos, que las gentes sencillas respiran y los aposentan en su carne. De no ser así, no se explica que un marinero analfabeto sentado en la borda de su barca te cuente un naufragio con la misma cadencia de los hexámetros de Virgilio. O que un campesino se mueva con la azada entre los cuatro elementos, la tierra, el fuego, el aire y el agua, que según los presocráticos componen la naturaleza y haga con ellos unos pimientos, tomates, calabazas y melocotones con los que se puede coronar las cimas más altas del espíritu humano.

domingo, 9 de noviembre de 2008

PODER NEGRO

'Poder negro'
MANUEL VICENT 09/11/2008

Ahora se ha visto que el verdadero poder negro tenía poco que ver con aquellas panteras de Harlem, conducidas por Malcom X, quien fue abatido a tiros en 1965. Ni tampoco con el gesto de los atletas Tommie Smith y John Carlos, que levantaron el puño enfundado en un guante negro en lo alto del podio durante los Juegos Olímpicos de México. Puede que el sueño de Martin Luther King, baleado igualmente en Memphis en 1968, haya servido de sedimento moral al triunfo de Barack Obama, pero los peldaños que lo han conducido hasta la Casa Blanca han sido construidos por una larga seducción estética de la gente de esa raza, que al margen de la rebeldía, ha aflorado ahora políticamente desde el inconsciente de la sociedad norteamericana. Los blancos de Estados Unidos ya habían entregado su alma al jazz desde el inicio del siglo pasado. Louis Armstrong, Billie Holliday, Duke Ellington, Ella Fitzgerald, Ray Charles, Charlie Parker y muchos más, pese a vivir machacados, fueron héroes y su música aceptada como expresión de la libertad acompañó a los marines hasta Europa en la II Guerra Mundial. El swing está asociado al desembarco de Normandía. El mítico atleta negro Jesse Owens, nacido en Alabama, ya conquistó cuatro medallas de oro en los Juegos Olímpicos de Berlín de 1936 y obligó a Hitler a abandonar la tribuna. Cassius Clay pasó del boxeo a la mística sufí, Magic Johnson y Michael Jordan han demostrado que el cuerpo puede volar, Carl Lewis batió todos los récords de velocidad, las hermanas Venus y Serena Williams han sido imbatibles en tenis, Tigre Woods es el número uno en golf. La admiración que los deportistas de esa raza han despertado entre sus conciudadanos blancos ha terminado por pasar desde la musculatura al cerebro. Barack Obama se ha elevado en el último peldaño del podio político como un atleta más, en sus mítines ha sido aclamado como lo fueron los grandes del jazz después de un concierto memorable. La música negra es el alma de Norteamérica. No ha sido la rebeldía social sino un estilo el que ha triunfado. Puede que el mundo se hunda, pero en la fiesta del 20 de enero, cuando entre Obama en la Casa Blanca, sonará el leve milagro del swing y va a parecer que todo se ha salvado.

domingo, 2 de noviembre de 2008

DELACIÓN

Delación
MANUEL VICENT 02/11/2008

Existe un catálogo de odios humanos según el grado de su refinamiento y perfidia. El más intenso es el odio teológico, que se produce entre sectas religiosas. Por la distinta interpretación de una sola palabra revelada a un profeta han sido degollados millones de creyentes. Al de los teólogos le sigue el odio entre eruditos e historiadores, capaces de los peores navajazos personales en su disputa acerca del número de sandalia que calzaba Alfonso X el Sabio. En tercer lugar está el odio entre poetas, artistas y escritores, que va desde el pellizco de monja a la insidia más ruin. Este odio suele ser, a veces, tan melifluo que es difícil distinguirlo de la envidia. El odio libera, pero la envidia ata. Por eso su mezcla es explosiva. La envidia es el único vicio que no produce placer. Se trata de un gen muy doloroso, asentado en el hígado, que puede llevarte a cometer grandes felonías y sólo por eso está catalogado como pecado capital, aunque no se trata de un pecado sino de una enfermedad amarilla. La calumnia y la puñalada por la espalda son los remedios clásicos, que el portador de ese gen utiliza para sacudirse de encima el sufrimiento por el bien ajeno. Sólo las personas que no conocen la envidia son realmente libres. Estar siempre dispuesto a alegrarse por el éxito de un amigo, no experimentar un secreto regocijo ante cualquiera de sus fracasos constituye una cumbre del espíritu, que no es diferente de la dicha de vivir, un don que el estómago agradece con digestiones felices y el cerebro con sueños profundos y sosegados. El niño chivato del colegio, el empleado soplón de la empresa, el confidente de la policía de bajos fondos se mueven en un estrato psicológico en el que la envidia todavía duele. Pero existe un nivel más profundo de la perfidia, allí donde la envidia, el odio y el fanatismo se unen, ocupado por la figura del delator político, quien llega a creer que la traición, junto con el veneno, es el arte protagonista de la historia. Con la húmeda suavidad del reptil, sus palabras se deslizan hasta el oído del inquisidor. No espera recompensa. Después de la delación se siente bien pagado por el bálsamo muy dulce que le invade todos sus cartílagos con sumo placer hasta el fondo de los sentidos.

domingo, 26 de octubre de 2008

BETSABÉ

Betsabé
MANUEL VICENT 26/10/2008

Ésta es la historia de Betsabé. Un día de verano se levantó de la siesta el rey David y desde la azotea de palacio vio a una joven de extraordinaria belleza que se estaba bañando desnuda en el jardín de su casa. El rey David quiso saber quién era aquella muchacha. Le dijeron que se llamaba Betsabé, la hija de Eliam, mujer de Urías. El rey mandó a un mensajero que le hablara de su parte, la hizo venir a palacio y llegada a su presencia la poseyó sin más preámbulo, durmió con ella, la cual después se purificó de su inmundicia y volvió preñada a casa. Betsabé le mandó recado al rey. "He concebido", le dijo. En ese tiempo, Israel estaba en guerra con los ammonitas y tenía sitiada la ciudad de Raba. El rey David llamó a Urías, marido de Betsabé, lo sentó a su mesa, lo agasajó con un gran banquete y trató de embriagarle. Después ordenó a Joab, jefe del ejército, que lo colocara en el lugar más peligroso de la primera línea de combate para que fuera herido y muriera, cosa que sucedió tal como pensaba. Desde lo alto de la muralla lo mató un ballestero y el rey David fingió gran dolor, pero enseguida tomó a Betsabé por esposa y ella parió un hijo, que no fue del agrado de Yavhé por ser fruto de adulterio. De hecho, la criatura fue sacrificada. Con un poco de penitencia, el rey obtuvo el perdón y a continuación David consoló a Betsabé, durmió con ella y de esa coyunda nació el sabio Salomón. El Antiguo Testamento está lleno de facinerosos, empezando por el propio Yavhé, cuya perfidia a veces no conocía límites, como es bien sabido. En el Museo del Prado se puede contemplar ahora el desnudo de Betsabé, de carnes plácidas, pintado por Rembrandt. Recién salida del baño y atendida por una vieja criada, tiene en su mano una carta del rey David y su rostro expresa una profunda resignación frente a la maldad humana, compartida con la morbosa tentación. Cerca del Prado, en el Museo Thyssen, se exhibe la exposición La Vanguardia y la Gran Guerra. Por mucha distorsión y desgarro de formas con que el expresionismo anunciaba la tragedia que iba a venir, ninguna violencia es comparable con la tortura que Rembrandt supo extraer de los ojos de Betsabé junto al placer y el tenebroso destino que le esperaba.

domingo, 19 de octubre de 2008

FÁBULA

Fábula
MANUEL VICENT 19/10/2008

Era un pueblo tranquilo, feliz y muy próspero. Los niños jugaban en la calle y sus gritos eran un paisaje sonoro similar a un fondo de golondrinas. Los vecinos nunca se alteraban cuando veían correr a un niño y tampoco si lo hacía un chaval o algún joven deportista; en cambio, un día se sorprendieron al ver que un hombre muy mayor cruzó la plaza a la máxima velocidad que le permitían sus años. Nadie supo por qué lo hizo. Es un loco, dijeron algunos, pero esa misma mañana en aquel pueblo próspero y tranquilo empezó a cundir la alarma cuando se vio correr al médico forense con un maletín en la mano. Y eso fue sólo el principio, porque al médico forense le siguió el cura dando grandes zancadas por otra acera con el viático. Al oír por la ventana un bullicio creciente el director de la Caja de Ahorros abandonó el despacho, salió a la calle y preguntó a la gente qué desgracia había sucedido. Nadie sabía nada. A continuación llegaron al pueblo varias ambulancias y algunos coches de bomberos con todas las sirenas sonando. No se había oído ninguna explosión, nadie veía fuego por ninguna parte, todos los habitantes de aquel pueblo parecían estar sanos y salvos, pero probablemente había sido algo muy grave. La confusión fue en aumento cuando los vecinos comprobaron que el médico corría en una dirección y el cura lo hacía en la contraria, los bomberos iban hacia el este y las ambulancias se dirigían hacia el oeste. Nadie supo a qué atenerse hasta que el médico, el cura, los bomberos y las ambulancias, perdidos por las calles, confluyeron finalmente ante la Caja de Ahorros y al ver tal despliegue el director instintivamente cerró las puertas y este acto irreflexivo desató el nerviosismo en la gente. Alguien gritó que estaba en peligro su dinero y al oír este terrible augurio el público, lleno de pánico, derribó las puertas, asaltó el banco, destripó la caja fuerte y destruyó a zarpazos todo el dinero por miedo a perderlo. Al terminar el asalto, la gente se sorprendió al comprobar que la calle se hallaba muy tranquila. Se oía el martillo del herrero y la flauta del afilador. El médico estaba en la consulta, el cura en la iglesia, las ambulancias y los bomberos en las cocheras. En la calle sólo corría un niño huyendo.

domingo, 12 de octubre de 2008

FUSIÓN

Fusión
MANUEL VICENT 12/10/2008

De la Gran Depresión de los años treinta se salió con el New Deal, el nuevo compromiso económico, propuesto por el presidente Roosevelt para animar la producción por medio de grandes inversiones públicas, según la teoría de Keynes. Para levantarse hoy de esta nueva caída del capitalismo, tan grave como la que siguió al crack de la Bolsa del 29, no bastará un nuevo pacto económico con alucinantes y agónicas inyecciones de dinero a los bancos: será necesario que brote de este marasmo una nueva conciencia social. Los primeros indicios de esta actitud moral ante el futuro se están dando ya en las principales universidades norteamericanas. De ellas habían salido la mayoría de los ejecutivos golfos que ha arruinado con su codicia el sistema financiero, pero de un tiempo a esta parte un estudiante de Harvard, de Princeton o de Chicago, por muy elitista que se crea, no ya puede obtener un gran expediente académico si no ha demostrado un interés práctico por la sociedad y se ha comprometido en alguna labor social desinteresada. Realizar actos positivos por los demás comienza a considerarse elegante, una asignatura fundamental. En la génesis de la nueva conciencia Barack Obama aporta un valor simbólico. El hecho de que sea mulato, una síntesis entre dos razas hasta ahora antagónicas, indica que la fusión va a ser un índice significativo en la historia del siglo XXI. La aleación ha funcionado de forma espléndida en los metales y en las artes. Con ella los metales logran su mayor fortaleza y lo mismo sucede con la creatividad moderna, que alcanza su grado más alto cuando funde raíces y tendencias dispares en un solo espíritu. Si esta conquista ha dado un resultado excelente en la estética y en la metalurgia, parece que va a marcar también ahora el destino político de la historia. No hay nada maravilloso en este planeta que no sea producto de una fusión: la música que oímos, la danza y la pintura que contemplamos, la literatura que leemos, la materia de todos los objetos que usamos. Un presidente mulato al frente del Imperio de Occidente es una consecuencia lógica de esta deriva de la humanidad, pero más allá del dinero y su codicia, esta fusión no servirá de nada si no va acompañada de una nueva conciencia moral.

lunes, 6 de octubre de 2008

SEDUCCIÓN

Seducción
MANUEL VICENT 05/10/2008

"Estoy sintiendo tu perfume embriagador", cantaba un falso Sinatra en El Padrino, mientras un compinche le cortaba la cabeza a un caballo de carreras y la introducía entre las sábanas de su dueño que se estaba portando mal con la familia. Ese mismo perfume exhalaba, tal vez, la humeante infusión que en la alcoba más íntima del Vaticano le fue ofrecida al papa Luciani para ahuyentarlo a toda prisa de este perro mundo. Poco después, el banquero Roberto Calvi se balanceaba con la soga al cuello en un puente de Londres y el falso Sinatra cantaba esa misma melodía, que suena ahora en todas las bodas y bautizos, pero nunca en ciertos funerales. Quisiera saber por qué ese perfume embriagador, que llega directamente de aquel Chicago de la Ley Seca, mantiene todavía intacta su seducción, hasta el punto que cuatro fiambres humanos colgados de un gancho de carnicería en un matadero entre terneras desolladas están llenos de glamour si esa acción la realizan unos mafiosos italianos y nos parece repugnante cuando la ejecutan unos colombianos o mexicanos con todo su bigotón. La fascinación se debe, sin duda, a que los crímenes de la Mafia participan aún de la estética que les inocularon los Borgia en el Renacimiento y que el cine ha convertido en mitología. ¿Qué es más seductor, morir baleado con media cara enjabonada en una barbería de Brooklyn y que a continuación llegue Scorsese con las cámaras, o que el cadáver hecho un colador se pudra al sol bajo una nube de moscas en la terrosa frontera de Tijuana, aunque después los hermanos Cohen tomen cartas en el asunto y se gasten medio presupuesto de la película en zumo de tomate? La delincuencia de nuestra época está llena de violentos patanes. La fascinación del crimen organizado ya no existe. Pese a que algunos se disfrazan a la manera siciliana con una camisa oscura, la corbata rosa y la hombrera cuadrada, a nuestros criminales no hay novela policíaca ni cine negro que los pueda salvar de la caspa. Una sociedad se define también por la calidad de sus asesinos y hoy el más sanguinario no aguanta la crónica de sucesos de un par de telediarios. Tiempos aquellos en que el tambor del revólver de los mafiosos servía de batería a la orquesta de Tommy Dorsey en la que cantaba el auténtico Sinatra.