El resultado
MANUEL VICENT 28/09/1997
Una mujer en su espléndida madurez espera al final del día el resultado de un biopsia de mama. Es una mujer muy guapa y llena de coraje. Por la mañana se ha dado un masaje, ha ido a la peluquería, se ha hecho la manicura, se ha depilado. A media tarde empieza para ella la cuenta atrás. Antes de vestirse con la ropa más sugestiva, como si estuviera invitada a una gran fiesta, en el cuarto de baño se maquilla lentamente y, mientras contempla su cuerpo desnudo reflejado en el espejo, va recordando con melancolía los sucesivos hombres que han pasado por aquel seno que seguramente será cercenado por el bisturí. Recuerda aquel chico que lo acarició por primera vez en el cine del barrio, al compañero de facultad que lo besó dentro del seiscientos, al novio formal que vino después, a los hijos que amamantó, las palabras ardientes que ese seno arrancó de algunos amantes que acercaron los labios a su aureola rosada. Vestida con un modelo exclusivo y absolutamente enjoyada acude al hospital y -allí le entregan un sobre con el resultado de la biopsia. Caminando en medio del tráfico lee el informe y sin que su rostro exprese ningún sentimiento destruye el papel y lo arroja a un contenedor de basura. Se dirije a una discoteca, baila con un desconocido. En el momento en que suena la canción Yesterday la mujer comienza a llorar. Esta historia de amor que escribí hace años en este mismo espacio ha servido de inspiración para una película de Bardem, quien después de enmascarar el argumento lo preciso para no pagar derechos. de autor ha convertido un relato que imaginé lleno de ternura en un burdo panfleto de comunistas buenos y socialistas malos. Agradezco a la tacañería del cineasta el haber librado mi nombre de esta pornografía política. Lo acepto como un acto de generosidad. Por mi parte, el resultado final de esta película de Bardem ha consistido en descubrir una vez más que en la vida hay personajes que tratan de arreglar el mundo, arremeten contra la corrupción y si te descuidas te roban la tostada del desayuno.
MANUEL VICENT 28/09/1997
Una mujer en su espléndida madurez espera al final del día el resultado de un biopsia de mama. Es una mujer muy guapa y llena de coraje. Por la mañana se ha dado un masaje, ha ido a la peluquería, se ha hecho la manicura, se ha depilado. A media tarde empieza para ella la cuenta atrás. Antes de vestirse con la ropa más sugestiva, como si estuviera invitada a una gran fiesta, en el cuarto de baño se maquilla lentamente y, mientras contempla su cuerpo desnudo reflejado en el espejo, va recordando con melancolía los sucesivos hombres que han pasado por aquel seno que seguramente será cercenado por el bisturí. Recuerda aquel chico que lo acarició por primera vez en el cine del barrio, al compañero de facultad que lo besó dentro del seiscientos, al novio formal que vino después, a los hijos que amamantó, las palabras ardientes que ese seno arrancó de algunos amantes que acercaron los labios a su aureola rosada. Vestida con un modelo exclusivo y absolutamente enjoyada acude al hospital y -allí le entregan un sobre con el resultado de la biopsia. Caminando en medio del tráfico lee el informe y sin que su rostro exprese ningún sentimiento destruye el papel y lo arroja a un contenedor de basura. Se dirije a una discoteca, baila con un desconocido. En el momento en que suena la canción Yesterday la mujer comienza a llorar. Esta historia de amor que escribí hace años en este mismo espacio ha servido de inspiración para una película de Bardem, quien después de enmascarar el argumento lo preciso para no pagar derechos. de autor ha convertido un relato que imaginé lleno de ternura en un burdo panfleto de comunistas buenos y socialistas malos. Agradezco a la tacañería del cineasta el haber librado mi nombre de esta pornografía política. Lo acepto como un acto de generosidad. Por mi parte, el resultado final de esta película de Bardem ha consistido en descubrir una vez más que en la vida hay personajes que tratan de arreglar el mundo, arremeten contra la corrupción y si te descuidas te roban la tostada del desayuno.
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