miércoles, 18 de junio de 2008

SOBRE EL FANGO

MANUEL VICENT 18/06/1995

Es uno de los mitos clásicos: cuando la caja de Pandora se abre, ya no se puede cerrar. En esa caja duermen las serpientes formando el nudo que cohesiona la esencia del poder. Si un revolucionario o un traidor libera a las serpientes, el poder se diluye y el Estado desaparece. Mucho más hermética que la olla de una central nuclear debería de haber sido la caja de Pandora que se guardaba en las cámara blindadas del Cesid. Una fuga nuclear envenena mortalmente la atmósfera. Una fuga masiva de la información secreta del Estado destruye cualquier ficción en la que se fundamenta el poder. Conociendo la degradación que puede alcanzar el Gobierno socialista después de haber entrado a saco en el Estado, confieso que no me ha causado tanto escándalo la bellaquería moral de haber captado, grabado y conservado conversaciones privadas de ciudadanos corrientes como su ineptitud para controlar toda esa basura. Estamos en malas manos. Unos espían y graban nuestra miseria mas íntima, otros comercian con ella, otros la publican, otros se refocilan, y, mientras la ola de escándalo golpea de forma metódica, cada lunes todos caminamos con la sensación de estar pisando un suelo Muy blando sin saber si debajo habrá finalmente un núcleo duro en que apoyarse. Ignoro quién tiene la culpa: si el Gobierno por no largarse de una vez o la oposición que utiliza esa clase de es tiércol para engordar. ¿Cesará de repente toda esta inmundicia cuando la derecha llegue al poder? No lo creo. En las veras de la Inquisición hubo un, momento en que lo esencial ya no era el hereje, sino el propio fuego que marcaba las reglas. En la época actual también sucede que la mierda se ha convertido en un método y no ce sará de alimentarse a sí misma hasta que las serpientes vuelvan al cofre. Es necesario que esta cloaca se limpie profundamente antes de que la oposición consiga el poder. Deben hacerlo los socialistas por simple patriotismo. De lo contra rio, este país jamás podrá ser gobernado democráticamente, sino sobre un fango indefinido.

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