Los galgos
MANUEL VICENT 10/09/1995
Vivir en soledad junto al Mediterráneo simplifica mucho las cosas. Llega un momento en que sólo se te ocurren pensamientos ,esenciales: el mar es azul, el cielo es azul, las palmeras son verdes, las sardinas son de plata. Uno no sabe siesta simplicidad es una conquista muy ardua de la intelígencia o si se trata más bien de una caída inexorable hacia la imbecilidad. Estoy alarmado. Cada día tengo menos ideas y éstas a su vez suelen llegar confundidas con pequeñas sensaciones corporales sin que pueda rescatarlas del sentido de culpa que las envuelve. ¿Qué hace uno aquí solo en el Mediterráneo viendo pasar las primeras grullas cuando en Madrid se hunde el Estado? Todas las mañanas se superpone al sonido del mar el estruendo de la jauría radiofónica y, periodística que ya le va pisando los talones al presidente del Gobierno. Media Es paña apuesta contra otra media en esta carrera de galgos, si bien la liebre ya está políticamente sentenciada. Este juicio forma parte del paisaje. Me pregunto si es intelectualmente lícito permanecer inmóvil bajo una parra de moscatel con los pies dentro de un lebrillo y jugar a, ser feliz e imparcial pelando boquerones mientras desfila un conglomera do de cadáveres y policías, espias, políticos y asesinos por el interior de la conciencia nacional. Desde la soledad del mar estos estertores del Gobierno socialista a veces pueden parecer otra movida ma drileña. En aquella coyuntura es tética reinaba Almodávar. En este aquelarre judicial impera el juez Garzón. El mar es azul. El cielo es azul, ¿pero Felipe González es culpable? Este interrógante se ha incorporado, al esplendor de la naturaleza. Como un gancho de carnicería lo veo colgado del algarrobo por la mañana cuando me levanto. Debajo de cada palmera también hay un juez y la cal de las paredes del Mediterráneo me recuerda a un determinado número de fiambres mal enterrados. El mar es azul. El cielo es azul. Las sardinas son de plata. Se. requiere un esfuerzo intelectual sobrehumano para formular estos pensamientos desligados de la culpa.
MANUEL VICENT 10/09/1995
Vivir en soledad junto al Mediterráneo simplifica mucho las cosas. Llega un momento en que sólo se te ocurren pensamientos ,esenciales: el mar es azul, el cielo es azul, las palmeras son verdes, las sardinas son de plata. Uno no sabe siesta simplicidad es una conquista muy ardua de la intelígencia o si se trata más bien de una caída inexorable hacia la imbecilidad. Estoy alarmado. Cada día tengo menos ideas y éstas a su vez suelen llegar confundidas con pequeñas sensaciones corporales sin que pueda rescatarlas del sentido de culpa que las envuelve. ¿Qué hace uno aquí solo en el Mediterráneo viendo pasar las primeras grullas cuando en Madrid se hunde el Estado? Todas las mañanas se superpone al sonido del mar el estruendo de la jauría radiofónica y, periodística que ya le va pisando los talones al presidente del Gobierno. Media Es paña apuesta contra otra media en esta carrera de galgos, si bien la liebre ya está políticamente sentenciada. Este juicio forma parte del paisaje. Me pregunto si es intelectualmente lícito permanecer inmóvil bajo una parra de moscatel con los pies dentro de un lebrillo y jugar a, ser feliz e imparcial pelando boquerones mientras desfila un conglomera do de cadáveres y policías, espias, políticos y asesinos por el interior de la conciencia nacional. Desde la soledad del mar estos estertores del Gobierno socialista a veces pueden parecer otra movida ma drileña. En aquella coyuntura es tética reinaba Almodávar. En este aquelarre judicial impera el juez Garzón. El mar es azul. El cielo es azul, ¿pero Felipe González es culpable? Este interrógante se ha incorporado, al esplendor de la naturaleza. Como un gancho de carnicería lo veo colgado del algarrobo por la mañana cuando me levanto. Debajo de cada palmera también hay un juez y la cal de las paredes del Mediterráneo me recuerda a un determinado número de fiambres mal enterrados. El mar es azul. El cielo es azul. Las sardinas son de plata. Se. requiere un esfuerzo intelectual sobrehumano para formular estos pensamientos desligados de la culpa.
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