miércoles, 18 de junio de 2008

INQUISIDOR

Inquisidor
MANUEL VICENT 03/12/1995

Savonarola fue un predicador fogoso y un político pesimista que se ganó el fervor del público de Florencia gracias al terror de su palabra. Eran los tiempos de Lorenzo el Magnífico y de Borgia el Venenoso, una edad de oro para la maldad y la inteligencia. Este dominico austero comenzó condenando ferozmente el pecado y la corrupción; después fustigó las costumbres y los placeres; finalmente atacó con gran saña el arte y los libros. Sus sermones atraían el fuego. Mientras en la plaza de Florencia ardían cuadros y manuscritos, las iglesias s llenaban de gente excitada por las catástrofes que el fraile anunciaba con el látigo de su lengua. Lorenzo el Magnífico no quiso castigar sus ataques desmedidos por no manchar la propia imagen de esteta; en cambio, el papa Borgia le mandó desde Roma un primer aviso para que se calmara, pero Savonarola se negó a reducir su cólera. Se sentía destinado a purificar la política y los vicios de la sociedad. Para esa labor no encontró mejor arma que el apocalipsis. Después de cargar la atmósfera con amenazas y malos presagios, su fanatismo logró dividir a la opinión pública: a unos les despertó la ira contra los políticos, a otros simplemente les hizo aflorar los tiempos pasados y tanto los airados como los plañideros necesitaban que hubiera cada día una nueva corrupción para poder excitarse escuchando las sobrecogedoras desgracias con que el inquisidor pretendía combatirla. El papa Borgia era inteligente y taimado. Sabía que el pesimismo que Savonarola aumentaba con la furia de las palabras nacía sólo de la propia vanidad. El papa Borgia también estaba interesado en evitar las catástrofes para los fieles. Su gran lalento encontró una fórmula sencilla. Puesto que Savonarola clamaba contra la corrupción con las desgracias y el fuego unitariamente, el Papa mandó que lo quemaran en una hoguera en medio de la plaza para acabar al mismo tiempo con su enernigo y con los cataclismos que anunciaba. En esta ocasión ardió el inquisidor. Sus cenizas esparcidas se confundieron con la paz.

No hay comentarios: