Tangos
MANUEL VICENT 08/12/1996
Muchas veces se produce el insomnio en mitad de la noche poco antes de iniciarse el amanecer. Después de unas horas de sueño profundo, de pronto te despiertas. Primero se establece un estado de confusa conciencia en que uno se reconoce vivo aun que no acierta a saber quién es in en qué lugar se halla. Se trata de un instante que carece de perfile durante el cual tal vez sigues soñando despierto que eres aquel que has soñado. En ese momento oyes un tango suave en la radio que ha quedado encendido junto a la almohada. ¿Qué hora será? Tampoco sabes si estás e la habitación de un hotel en una ciudad desconocida. La música en la noche te va llevando a lugares de la juventud, a los primero amores, a los cines de verano, las playas de la niñez. En media de la melodía del tango todavía no has recuperado por completa la conciencia que se va revelanda lentamente como una placa de la memoria y dentro de ella tú aún lo eres todo y nada: el fresco, después de una tormenta de verano, los vencejos que chillaba, sobre el claustro de la facultados los labios apretados de la niños que te besaron, el bañador abandonado detrás de las dunas, e sabor a pimiento asado bajo e emparrado, el tubo de escape de la moto que rayaba la mañana del domingo cuando ibas al mar y este mismo tango que sonaba con el acordeón en aquella fiesta lejana. Sin que la conciencia se haya revelado del todo, notas un poco de humedad en la almohada, y no sabes si eres tú el que está llorando, aunque las lágrimas son ciertas. Piensas en aquel tiempo remoto que embellecía la vida mientras el sonido del tango se sucede hasta la madrugada, en medio de esta melodía queda desvelado, y en la oscuridad, finalmente, reconoces tu cuerpo actual, pero dentro de él no ha nadie. Tu alma está en aquella, alacena de casa convertida, en uno de sus aromas que se han solidificado. El insomnio dura tres horas. Cuando el amanecer empieza en la ventana, te duerme otra vez, y al despertar a media mañana no recuerdas por que has llorado esa noche.
MANUEL VICENT 08/12/1996
Muchas veces se produce el insomnio en mitad de la noche poco antes de iniciarse el amanecer. Después de unas horas de sueño profundo, de pronto te despiertas. Primero se establece un estado de confusa conciencia en que uno se reconoce vivo aun que no acierta a saber quién es in en qué lugar se halla. Se trata de un instante que carece de perfile durante el cual tal vez sigues soñando despierto que eres aquel que has soñado. En ese momento oyes un tango suave en la radio que ha quedado encendido junto a la almohada. ¿Qué hora será? Tampoco sabes si estás e la habitación de un hotel en una ciudad desconocida. La música en la noche te va llevando a lugares de la juventud, a los primero amores, a los cines de verano, las playas de la niñez. En media de la melodía del tango todavía no has recuperado por completa la conciencia que se va revelanda lentamente como una placa de la memoria y dentro de ella tú aún lo eres todo y nada: el fresco, después de una tormenta de verano, los vencejos que chillaba, sobre el claustro de la facultados los labios apretados de la niños que te besaron, el bañador abandonado detrás de las dunas, e sabor a pimiento asado bajo e emparrado, el tubo de escape de la moto que rayaba la mañana del domingo cuando ibas al mar y este mismo tango que sonaba con el acordeón en aquella fiesta lejana. Sin que la conciencia se haya revelado del todo, notas un poco de humedad en la almohada, y no sabes si eres tú el que está llorando, aunque las lágrimas son ciertas. Piensas en aquel tiempo remoto que embellecía la vida mientras el sonido del tango se sucede hasta la madrugada, en medio de esta melodía queda desvelado, y en la oscuridad, finalmente, reconoces tu cuerpo actual, pero dentro de él no ha nadie. Tu alma está en aquella, alacena de casa convertida, en uno de sus aromas que se han solidificado. El insomnio dura tres horas. Cuando el amanecer empieza en la ventana, te duerme otra vez, y al despertar a media mañana no recuerdas por que has llorado esa noche.
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