martes, 22 de enero de 2019

BORRASCAS
09/09/2018

La rueda dentada del tiempo, que empieza a rodar en septiembre, une el destino de las personas y animales al ciclo agrario de las semillas, los frutos y las cosechas. Aunque el otoño es una estación melancólica llena de colores delicados, no obstante, suele regalar al planeta una cadena de tifones, huracanes y otros cataclismos, pero estas convulsiones de la naturaleza, a la hora de producir terribles daños, no son nada si se comparan con las que causan las borrascas desencadenadas en el cerebro de algunos líderes mundiales. Las tormentas más peligrosas no son las que produce la atmósfera, sino las que se generan dentro del cráneo de Donald Trump, de Kim Jong-un o de Vladímir Putin, puesto que sus nefastas consecuencias pueden ser planetarias e irreversibles. A veces este meteoro cerebral también se da en políticos de poca monta. Ahí están Quim Torra y Carles Puigdemont, líderes de tercera regional, cuyo cerebro inane, precisamente por su mediocridad, es capaz de desencadenar una gran tragedia en su pequeño país debido a la emoción incontrolada de un ideal que bulle bajo su cuero cabelludo. El otoño también es una estación en la que junto al ciclo agrario comienza el curso político y cultural. En plena vendimia se producirá la Diada de Cataluña y, sobre su multitudinaria manifestación de estilo coreano exigiendo la independencia, pasarán las bandadas de tordos, garzas y torcaces hacia el sur cuyos gritos en el aire se sumarán al que producen los alumnos en los patios de los colegios e institutos con el reencuentro después de las vacaciones. Los años se miden por cosechas. A las uvas doradas de la vendimia seguirá la sementera; luego germinará el trigo, que se segará en verano, pero el ciclo de la naturaleza entre el vino y el pan podría quedar arrasado por la borrasca cerebral de algunos políticos inestables.

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