miércoles, 2 de abril de 2008

EL DUQUE

El duque
MANUEL VICENT 20/05/2001

En alguna ocasión el recién fallecido duque de Alba me expresó su deseo de que le escribiera su biografía. Incluso un día lo manifestó con absoluto descaro al propio rey de España. Fue en el claustro de la universidad de Alcalá, un lejano 23 de abril, durante el vino que siguió a la entrega del premio Cervantes a Torrente Ballester. Mientras la tuna tocaba la pandereta el duque me llevó del brazo hasta el monarca y dijo: 'Señor, le presento a mi biógrafo'. Don Juan Carlos echó el tranco atrás con una carcajada y exclamó: 'Anda, pues como lo cuente todo vas aviado'. No hubo ninguna tensión porque en ese momento una señora vestida de lagarterana se acercó con una bandeja que puso a la altura del pecho real y le tentó: '¿Le hace un choricito, Majestad?'. El rey y el duque trincaron el chorizo con un mondadientes y yo me quedé pensando que nadie en este mundo merece una biografía si no tiene una doble vida y mi amigo tenía al menos cinco. Cuando en los años sesenta el duque de Alba sólo era el cura Aguirre fueron célebres sus misas y sermones de los domingos en la universitaria de Madrid con varias bancadas de fieles, crípticos progresistas, que de allí pasaron a los escaños del Congreso como socialistas y comunistas, de los cuales sabía todos sus pecados puesto que los había tenido arrodillados ante el confesionario. Jesús Aguirre apacentaba a los suyos con la telología psiconáutica de Teillard de Chardin pero en medio de este exquisito apostolado también él tuvo que beber el cáliz del desengaño. Una vez lo abandonó un amigo íntimo y pasó muchos meses de angustia con este desamor que, según san Juan de la Cruz, sólo se cura con la presencia y la figura. Un domingo su amado volvió. Jesús Aguirre estaba diciendo misa en latín y de espaldas. Cuando en un lance de la liturgia tuvo que volverse de cara a los fieles, lo descubrió sentado en un banco. Sonrió. Lo miró fijamente a los ojos desde el altar y en vez de decir Dominus vobiscum, abriendo los bazos murmuró: 'Bonjour, tristesse'. Traté a Jesús Aquirre cuando ya era duque de Alba en su gabinete de Liria a la sombra de un Goya en compañía del escritor García Hortelano, que no paraba de fumar ducados mientras le decía: 'Jesús, acabas de ganar la beca Alba. Si no te portas, te la pueden quitar'. Componía una imagen entre Diderot y ex abate vestido en Fancy Men. No creo que nuestro ruedo ibérico se explique en el futuro sin este personaje.

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