miércoles, 2 de abril de 2008

OPCIONES

Opciones
MANUEL VICENT 28/10/2001

Pasa por delante del tapango de la playa un negro y me dice: 'Con tanta bronca como hay en el mundo, mi hermano, y qué sereno se ve el mar'. El negro se aleja y no dice más. A la derecha del horizonte está la tarta de fresa de Miami, enfrente los tiernos saxofonistas de Nueva Orleans, más arriba el polvo de los muertos de Manhattan y al este de la memoria la lluvia de acero sobre Afganistán, pero el mar del Caribe hoy se ha tendido con toda la dulzura a los pies de alguna diosa, de nombre desconocido, y alrededor de este tapango de palmas reales aparecen restos de otras batallas, profilácticos de diversas marcas, Control, Sensitive, Twinlotus Condom, corroídos por el salitre. También hay latas de refrescos, vidrios, colillas, una zapatilla de deporte podrida y gasas que han cubierto diversas heridas, vestigios de la existencia humana muy inmediata. Esta es una playa de rocas erosionadas y dentro de ellas la crecida del oleaje ha formado pequeñas charcas que duran varios días y en ese agua estancada flota, tal vez, desde el pasado crepúsculo uno de los preservativos con toda la humanidad palpitando dentro todavía y junto a ella se agitan líquenes y bacterias dispuestas a iniciar de nuevo la vida desde el principio, si los pronósticos del Apocalipsis se cumplieran. Según la sentencia que el negro ha dejado en el aire al pasar, tengo sólo dos opciones: sucumbir a la maldad universal o tomarme un agua de coco. Sobrevivir con el mínimo placer que se tiene a mano creyendo que el mal que no ves no te atañe es la única fórmula de redención personal desde el principio de la historia. Más allá de la línea dulce del mar, los misiles se equivocan sobre los ancianos y niños afganos, el esplendor de Nueva York sigue siendo llorado, cantado y vengado, y puesto que las balas han llegado hasta el mismo portal de Belén puede que el ántrax alcance su coronación diabólica esta Navidad al confundirse con el polvo de estrellitas de las tarjetas de felicitación y como dice el profeta, hoy en el occidente judeo-cristiano para opinar contracorriente hay que tener antes el sueldo muy bien amarrado. Pero en la soledad de la playa ahora una negra se corta las uñas de los pies ante la inmensidad del mar y entre las rocas unas diminutas flores carnosas luchan por sobreponerse a la sal, hay plumas de albatros alrededor de unas bragas abandonadas que ha podrido el olvido después de una tormenta de amor. En la hoja amarilla de un periódico que envolvió una merienda viene el resultado de una final de béisbol del año pasado.

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