miércoles, 9 de abril de 2008

ELECCIÓN

Elección
Manuel Vicent 12/03/2000
Esta mañana ante el armario abierto ella ha decidido ponerse las bragas de seda y no las de algodón; en cambio él ha elegido el jersey de pico en lugar de la chaqueta de espiguilla. Dentro del azar de cada día la vida consiste en realizar actos mínimos de voluntad que crean infinitos destinos que se entrecruzan formando un tejido. Concretamente esta pareja que lleva 20 años unida se conoció porque él una tarde no pudo resistir la tentación de comprar un paquete de Malboro. En ese momento se debatía en el terrible esfuerzo de dejar el tabaco. Decidió que esa sería la última cajetilla y llevado de un impulso irresistible entró en aquel estanco perdido en el caos de la ciudad. Allí estaba una chica pegando varios sellos a una carta. Su lengua tan fresca, tan rosada forzó en este joven anónimo una mirada cálida que la chica percibió muy bien. Él dijo algo divertido. Ella se rió. Aquella carta era para su novio holandés, pero un año después la chica se casó con este fumador dubitativo que se debatía entre fumarse o no el último paquete de cigarrillos. Si la chica no hubiera pegado los sellos con la lengua tal vez ahora viviría en Rotterdam y su hija de 18 años sería una rubia atlética y no esta morena de ojos vivos que este domingo de elecciones se pondrá a la cola para votar por primera vez. Hoy la han invitado a ir a la sierra y la chica ha dudado en depositar la papeleta en la urna antes o después de la excursión. Votar a un presidente de la nación es muy importante, pero desde que se ha levantado de la cama esta electora primeriza no ha hecho sino elegir unas cosas u otras: el lápiz para los labios de cera o de carmín, la blusa pegada o suelta. Estas disyuntivas tan simples nunca se sabe a qué acantilados te pueden llevar. También los grandes bombardeos a primera vista constituyen hechos decisivos para la historia, pero en el amasijo humano de los refugios bajo los obuses la vida y el azar forman una sola amalgama y probablemente es allí donde el río humano cambia su curso. La joven electora ha optado por votar a última hora de la tarde. El aire de la sierra le ha dejado las mejillas encendidas. Un joven que va detrás de ella en la cola decide que hará lo imposible en esta vida por besarla. El voto es secreto. Después de depositarlo en la urna el joven le guiña el ojo. Ella sonríe. Ninguno de los dos confesará a quien ha votado: ambos se han elegido entre sí creando su propio destino.

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