miércoles, 2 de abril de 2008

MONO DIOS

MANUEL VICENT 23/09/2001

Se puede contemplar la historia bajo la fórmula del comportamiento animal. Si se bombardeara el zoológico de una gran ciudad, de modo que saltaran por los aires muchas fieras descuartizadas y algunas permanecieran heridas bajo los cascotes y otras se salvaran milagrosamente, su terror sería muy parecido al de los humanos y entre las panteras, osos o chimpancés habría también conductas heroicas y cobardes, reacciones violentas y abundantes lágrimas. Existe una etología política. Hay un mismo componente químico que une las entrañas de todos los mamíferos, desde el elefante a las ratas pasando por cualquier ciudadano honorable, pero en la tragedia de Nueva York se ha dado un caso que ha sobrepasado todas las reglas de la biología. En el primer momento de la hecatombe del Pentágono y de las Torres Gemelas el presidente Bush adaptó la actitud de ese macaco tembloroso que al sentir un extraño temblor bajo el rabo se va a un rincón de la jaula y mueve los ojos a uno y otro lado sin comprender nada. George Bush estaba hablando a unos niños cuando alguien le sopló al oído el terrible suceso de Manhattan y el monito se puso tan nervioso que si hubiera estado en la selva se habría subido a la última rama del primer árbol. Como sólo era el presidente de Estados Unidos su instinto le llevó a esconderse debajo de una gruesa capa de hormigón. Recobrado poco a poco del pánico, George Bush comenzó a oír los innumerables consejos, algunos contradictorios, que los monos con más experiencia de la camada le daban por ambas orejas a la vez y él volvía la cara aquí y allá sin fijar la mirada, pero de pronto se inició su transformación biológica en presencia de todo el mundo. Primero el despavorido macaco se transformó en un babuino muy cabreado y éste poco después fue sustituyendo las bravatas de su boca por los zambombazos que King Kong se daba en el pecho con menos motivos. El recorrido de su ira había seguido toda la escala animal hasta que el presidente de los Estados Unidos soltó unas lágrimas y muchos creímos ver en él sólo a un hombre acongojado y a un político decidido. Pero de pronto ha dado un salto más allá de los mamíferos. En menos de una semana aquel monito asustado se ha convertido en un dios dispuesto a impartir sobre el planeta entero su justicia infinita, aunque totalmente de acero. Y para celebrar este milagro van a caer bombas en medio mundo mezcladas con salmos de Jeremías.

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