domingo, 15 de junio de 2008

MÁRMOL

Mármol
MANUEL VICENT 29/12/1996

A medida que uno va penetrando con la mente en un bloque de mármol, en ese viaje hacia el interior de la materia encuentra todas las esculturas posibles de la historia del arte. Ese mármol ha sido arrancado de la montaña y, aunque a simple vista parece compacto, dentro de él existe un vacío absoluto por donde puede volar un número infinito de ángeles. Por ejemplo, con ese mármol se ha esculpido la Venus de Milo, y esta escultura es susceptible de ser acariciada con la yema de los dedos, pero debajo de su superficie existe una masa también compacta que otro artista podría transformar en una creación de inmarcesible belleza. En ese camino hacia la intimidad del mármol, partiendo de la Venus de Milo, uno es capaz de imaginar dentro de ella miles de esculturas cada vez más pequeñas y no por eso menos excelsas, así hasta alcanzar un estado en que el arte ya no encuentra soporte puesto que la mente en esa bajada ha llegado hasta el polvo. En ese punto los artistas se detienen. A partir de ahí comienza la espiritualidad de la materia y ésta pasa a manos de los científicos. Una partícula de mármol contiene varias moléculas y cada una de ellas agrupa un número indefinido de átomos que forman sistemas solares. Entre los protones y neutrones que dan vueltas alrededor del núcleo existen distancias astronómicas, increíbles estratosferas sólo pobladas por' el abismo donde las únicas esculturas posibles son los ángeles que vuelan. Se trate del mármol de la Venus de Milo o de la Carne de tu propio cuerpo, lo cierto es que a medida que uno se adentra en la materia ésta se hace invisible y sólo cuando uno tiene el espíritu sólido es capaz de discernir el infinito vacío que es uno mismo. Los verdaderos ángeles modernos son las partículas radiactivas, el grado ínfimo de la realidad. Cruzan el abismo sideral de nuestra carne o del mármol de la Venus de Milo, innumerables ángeles radiactivos atraviesan cada día el sistema solar. de nuestros átomos sin tocarlos para nada, puesto que no existimos, dejando atrás sólo un sueño en este viaje.

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