jueves, 19 de junio de 2008

GRAN DINERO

Gran dinero
MANUEL VICENT 19/10/1997

A mitad de los años ochenta, bajo el gobierno de los socialistas, el dinero se volvió loco y abandonó su circuito cerrado. Por primera vez comenzó a ganar dinero a espuertas una gente nueva que hasta entonces ni siquiera lo había olido y este hecho insólito produjo tanta alegría que cualquier negocio redondo era acompañado por un jolgorio en los restaurantes. Dejo a un lado el problema de la corrupción política. Sólo quiero recordar aquel espectáculo financiero del dinero gordo paseándose por las afueras del sistema. Todavía se recuerda la felicidad que engendró el primer sabor de la riqueza en los nuevos comensales socialistas, aunque éstos debieran después su derrota en gran parte al ruido de tantos tenedores. Ahora que, la derechaha vuelto otra vez al poder político, el dinero también ha regresado al circuito que le es propio y ya está en brazos de los suyos naturales, que hacen los grandes negocios con la discreción acostumbrada. El dinero de toda la vida necesita silencio para reproducirse. Hoy más que nunca los tiburones están arreando unas dentelladas financieras con absoluta limpieza y ferocidad, pero nadie se entera de ello porque los ricos de siempre suelen ser precavidos. La izquierda ilustrada comete a menudo el error de creer que la derecha es tonta por el hecho de que no sabe quién es Rilke ni ha leído a Faulkner ni le gusta el arte de vanguardia. Puede que la mayoría de la gente de derechas ponga cara de idiota ante la escultura de Richard Serra en el Museo Guggenheim, pero en el antedespacho de cualquier notario donde se traman las más alambicadas operaciones financieras cualquier rico del PP es mucho más listo que todos los de votos de Rilke juntos. El dinero es su medio natural, la única vanguardia de la derecha. Por lo demás, los bocados que dan los peces gordos son siempre insonoros porque se producen a mucha profundidad bajo el agua y luego no van a restaurantes de cinco tenedores para celebrarlo. Los tiburones clásicos siempre van a tenedores de cinco cuchillos.

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