domingo, 20 de julio de 2008

EL BRUJO

El brujo
MANUEL VICENT 27/11/1994

He visitado al brujo más acreditado de La Habana para que me eche los caracoles. Ha sido benevolente. Me ha escrutado la cara y me ha dicho que moriré sentado en una mecedora blanca sin molestar a nadie, un día muy. lejano todavía. No se puede pedir más, tal como están los telediarios. Los caracoles de mar que usa este brujo para la magia son de la mejor calidad, importados de la patria africana de los yorubas, Están cargados de energía y para sentirla basta- con rozarlos un poco con los dedos. Un fluido llega a tu cerebro y allí se ramifica buscando el punto interior de su selva. Sólo hay en La Habana una materia que gana a los caracoles del brujo en electricidad estática: este puñado de dólares mostosos que llevo en, el bolsillo. Cuando los acaricio también experimento una paz muy intensa. Le pregunto al brujo qué materia posee más dioses concentrados, si mis dólares o sus, caracoles. El brujo mira un billete de cien y lo acata. Los caracoles del destino no tienen nada que hacer frente a la potencia anímica de los dólares. Aunque el brujo se rinde, yo confío en el porvenir que me ha pronosticado de forma gratuita. Siempre he soñado que una manera elegante de acabar con este baile: sería sentarse en una mecedora blanca con un sombrero de paja junto al Mediterráneo y guardar un silencio definitivo durante muchos años mirando el horizonte sin mover una pestaña. El brujo echa ahora el puñado de, caracoles en el suelo ante la imagen de la Virgen de la Regla, que es la diosa sincrética Yamayá. Según la posición en que han caído, va leyendo en ellos mi porvenir. Habla del amor, del ángel de la guarda, de la cuenta corriente, de una piedra en el riñón, pero yo le digo que se concentre en la mecedora blanca y en la soledad. Los dioses del Caribe no saben nada de soledad. Esa sensación aquí no existe, ya que la vida es una prolongación de las caderas del prójimo. En cambio, me dice que la mecedora blanca que divisa en el horizonte azul sólo puede ser conquistada por medio del silencio. Para saber esto he pagado 20 dólares.

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