lunes, 21 de julio de 2008

VIOLENCIA

Violencia
MANUEL VICENT 07/03/1993

De la misma forma que en tina galería de espejos el tigre y los cuchillos de Borges se multiplican indefinidamente, así también la violencia se reproduce a sí misma hasta el infinito al reflejarse en la pantalla de televisión, en la radio y en los periódicos cada día. La capacidad de información ha cambiado la naturaleza de las cosas. Las cámaras penetran ahora por el mismo boquete que acaba de abrir la navaja del homicida. Los reporteros ponen el micrófono en la boca de los asesinos en un pasillo del juzgado, los cuales ofrecen al mundo su punto de vista con una sonrisa plácida. Ninguna matanza, se considera válida si no es televisada en directo. Cualquier desgracia que suceda en el rincón más apartado del planeta ya no se distingue de la sopa de menudillos que uno toma en la comida. La niña que en la vida real esviolada y descuartizada sólo lana vez, en los medios de comunicación sigue siendo violada y descuartizada de la mañana a la noche con todo detalle durante la semana entera. Los informes del forense constituyen hoy la única fuente de la filosofía. La sustancia de las cosas cambió aquel día en que las imágenes nos sirvieron a la carta, como una degustación, el asesinato de Kennedy y, a renglón seguido la muerte de su asesino. A partir de ese momento el poder de la información no ha cesado de cabalgar con toda su furia sobre la antigua concepción del mundo hasta producir ese salto cualitativo que en nuestros días ha cambiado la naturaleza de la realidad. La sobrecarga de información ha creado un universo paralelo habitado por ciudadanos cebados de noticias que se multiplican hasta el infinito en la galería de espejos reflejando un solo hecho sangriento hasta formar con él una sola. catástrofe planetaria. No obstante, el mundo ahí fuera nunca ha sido tan feliz como ahora. Lo que está mal sólo son las imágenes que han generado este principio de modernidad: nadie se puede considerar un héroe si no asesina, o es asesinado a tiempo para alcanzar la cabecera del primer telediario.

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