Místicos
MANUEL VICENT 17/07/1994
Para triunfar en los negocios primero hay que poner la mente en blanco. El budismo ha sido in corporado a la tecnología punta y los capitanes de empresa más dinámicos que marcán los cambios de época tienen hoy en su agenda un espacio reservado cada día para la meditación trascendental. No se trata de una secuela de aquella moda californiana que nos obligó a viajar al Tíbet en los años setenta para atrapar la espiritualidad por el rabo ni de una nueva forma de alcanzar el éxito a través del zumo de zanahoria. Se. trata de utilizar la parte más pura del alma como un factor de producción. Éste es el último descubrímiento de la economía: nada grande se puede hacer en arte sin una intensa vida interior, y lo mismo un gran negocio cuando es una verdadera creación resulta imposible si no se apoya en el punto zen de la mente para desarrollarse. Así son los nuevos empresarios místicos. En su mesa de despacho no hay un solo papel ni un teléfono ni un ordenador. Nada. A su alrededor sólo existe el vacío, y dentro de ese espacio espiritual ellos se dedican a imaginar la economía, pero después de una profunda meditación acostumbran a dar zarpazos de tigre. La moda empresarial ya no la dictan esos ejecutivos y financieros superactivos, hijos de Harvard, incapaces de estarse quietos, siempre excitados por el mundo exterior, donde bracean como en una ciénaga, y que al salir de la oficina, para que la soledad de las paredes de casa no les devore, se llenan de alcohol, ponen un vídeo porno, realizan 20 llamadas, leen más informes, hacen bicicleta estática, matan marranos los fines de semana, sufren la terrible sed de poseer aparatos nuevos y la sacian en los grandes almacenes. En cambio, los nuevos empresarios zen suenan que en el futuro la economía será una de las bellas artes y ahora ya están inmersos en una especie de mística, y ésta en ellos no se distingue de su pasión por los negocios redondos. A estos empresarios occidentales sólo les falta vestir la bata de color azafrán. Por dentro ya son budistas.
MANUEL VICENT 17/07/1994
Para triunfar en los negocios primero hay que poner la mente en blanco. El budismo ha sido in corporado a la tecnología punta y los capitanes de empresa más dinámicos que marcán los cambios de época tienen hoy en su agenda un espacio reservado cada día para la meditación trascendental. No se trata de una secuela de aquella moda californiana que nos obligó a viajar al Tíbet en los años setenta para atrapar la espiritualidad por el rabo ni de una nueva forma de alcanzar el éxito a través del zumo de zanahoria. Se. trata de utilizar la parte más pura del alma como un factor de producción. Éste es el último descubrímiento de la economía: nada grande se puede hacer en arte sin una intensa vida interior, y lo mismo un gran negocio cuando es una verdadera creación resulta imposible si no se apoya en el punto zen de la mente para desarrollarse. Así son los nuevos empresarios místicos. En su mesa de despacho no hay un solo papel ni un teléfono ni un ordenador. Nada. A su alrededor sólo existe el vacío, y dentro de ese espacio espiritual ellos se dedican a imaginar la economía, pero después de una profunda meditación acostumbran a dar zarpazos de tigre. La moda empresarial ya no la dictan esos ejecutivos y financieros superactivos, hijos de Harvard, incapaces de estarse quietos, siempre excitados por el mundo exterior, donde bracean como en una ciénaga, y que al salir de la oficina, para que la soledad de las paredes de casa no les devore, se llenan de alcohol, ponen un vídeo porno, realizan 20 llamadas, leen más informes, hacen bicicleta estática, matan marranos los fines de semana, sufren la terrible sed de poseer aparatos nuevos y la sacian en los grandes almacenes. En cambio, los nuevos empresarios zen suenan que en el futuro la economía será una de las bellas artes y ahora ya están inmersos en una especie de mística, y ésta en ellos no se distingue de su pasión por los negocios redondos. A estos empresarios occidentales sólo les falta vestir la bata de color azafrán. Por dentro ya son budistas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario