domingo, 20 de julio de 2008

EL REGRESO

El regreso
MANUEL VICENT 04/12/1994

Cuando en tiempos de Franco uno regresaba a España después de un largo viaje por Europa, el perfil sórdido se imponía enseguida: en la aduana, un guardia civil con tricornio, barba de dos días y colilla humeante en un lado de la boca palpaba con la mano sucia la ropa de la maleta. El aeropuerto estaba destartalado. En un taxi cochambroso uno se metía en la ciudad y por la ventanilla volvía a ver las imágenes de siempre: curas con sotana, militares de uniforme, ciegos polvorientos vendiendo cupones en las esquinas. Las voces familiares de la radio repetían las mismas consignas, las mismas canciones. Tal vez la historia no es más que una serie de latiguillos. Uno sabía que había llegado a un país terrible cuando oía des pués de las noticias el toque de retreta de un cometín seguido de los gritos rituales: caídos por Dios y por España, presentes, viva Franco, arriba España. Sin duda, el viajero que era un pro gresista de la época se había paseado por el Barrio Latino de París lleno de librerías y besos de amantes en las aceras; había ex perimentado la libertad y la di cha de vivir en medio de una cultura que florecía de forma natural sin odios ni restos de ceniza. Han pasado muchos años y ahora. España se ha lavado la cara; los aeropuertos están relucientes; en la aduana, la Guardia Civil presenta un talante moderno; apenas hay colillas en el suelo; los anuncios son estéticos- desde el taxi se ven ciudadanos muy actuales. Pero sólo ha cambiado la superficie. Tal vez el viajero viene de un país donde se ha entre vistado con empresarios muy se rios que tratan de salir de la crisis o ha firmado un acuerdo de cooperacion para algo noble o positivo. Vuelve a España y, como en los tiempos de Franco, el viajero se encuentra en gran parte de la prensa y de la radio un clima negativo, agresivo, lleno de insultos, con las mismas voces histéricas, con los mismo latiguillos del día en que se fue. Esas voces forman un paisaje de fondo en el cual él viajero se reconoce como un miserable que regresa al país miserable de siempre.

No hay comentarios: