jueves, 10 de julio de 2008

HAY QUE IRSE

Hay que irse
MANUEL VICENT 20/03/1994

Hay que irse de este país, dicen muchos cuando de pronto salta un nuevo escándalo en la prensa. Lo dice gente de todas clases. Este deseo de fugarse lo expresan demócratas, socialistas, conservadores, reaccionarios, los rojos más puros, los fascistas renovados, personas decentes y otras que están totalmente corrompidas. Ante cualquier desaguisado, todo el mundo quiere largarse de este país, pero nadie dice a dónde quiere ir. Se supone que unos querrán ir a Suiza, otros a los mares del Sur, algunos, los más sensibles, al vientre de su madre. Si todos coincidieran en huir a un mismo lugar, no se arreglaría nada. En ese espacio volverían a estar estos españoles juntos, socialistas, conservadores, fascistas, rojos, gente honesta y otra degradada. Allí se repetiría la misma corrupción y el pesimismo les obligaría a volver otra vez a España. Mi teoría es que para huir uno no debe moverse. Un solo crimen real son un millón de crímenes en televisión. Un solo cohecho se convierte en un millón de cohechos en la prensa; un desfalco aislado se multiplica infinitamente en la radio. La información masiva y persistente transforma estos delitos concretos en una atmósfera irrespirable. Una solución consiste en quedarse en esta patria y andar por la calle con una máscara antigás como protesta saltando sobre los excrementos de perro. La otra salida es más espiritual, aunque requiere un esfuerzo desmesurado: se trata de creer a toda costa que en este país existe una realidad sin interés informativo donde la gente honesta tiene aún su verdadero tamaño. En ese espacio interior la ética de muchos demócratas es la máxima fuente de energía. Quedan algunos políticos muy honrados en todos los partidos, los fontaneros arreglan perfectamente los grifos, los ricos no han sido necesariamente ladrones, los sabios no escriben en los periódicos y los corruptos no contaminan el ambiente porque son condenados. Creo que ese lugar adonde hay que fugarse existe, está aquí al lado, y si se escarba mucho, incluso dentro de uno mismo.

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